Ahora, la otra grieta: los maestros de trinchera vs. los especialistas.

Hace unos días INFOBAE publicó esta entrevista a Bruno Videla, politólogo, abogado y profesor de educación secundaria. Más allá de su contenido o parte de él, del cuál doy una mirada acá más abajo, lo cierto es que Bruno tiene el enorme mérito de hacer visible y poner en debate muchos temas que por momentos se vuelven o se volvieron tabú en materia educativa, a fuerza de su participación en la Red X (ex Twitter). La nota completa está acá.

Ahora una síntesis de mi mirada parcial de lo que allí se dice.
Lo primero: es muy interesante la nota que le hacen a Bruno por diversos motivos. Entre otras muchas dice: 
a) algunas cosas que parecen de "sentido común", un tipo de conocimiento incompleto despreocupado de la sistematización tal como ocurre inversamente al conocimiento científico,
b) otras que son producto de su propia observación cotidiana, valiosas y que no deben ser desechables, que pueden tener algún sesgo por la escala de las observaciones realizadas y
c) otras que posiblemente necesiten una mayor profundización teórica desde el campo de las ciencias de la Educación que muchos veces docentes en ejercicio no poseen por venir del palo de otras ciencias o "disciplinas" que algunos podrían considerar auxiliares del tronco de las ciencias de la Educación.
Lo cierto es que en ese ir y venir de críticas y apoyos se hace pública para los que no son parte del sistema (vaya a saber el motivo, no de Bruno del cuál no dudo de su buena fe) la histórica, ficticia y engañosa "grieta educativa" entre "los que están en la trinchera/aula" y aquellos que supuestamente "no lo están" porque "están detrás de un escritorio en el ministerio de educación" o "vienen a la escuela sólo para investigar pero nunca dan soluciones" (argumentos que se escuchan hace más de 40 años en las diversas salas de maestros de nuestro bonito país). Esa grieta que pondera positivamente a aquellos que como "práctica", "arte" u "oficio" de enseñar saben más del sistema, de sus problemáticas, de sus desafíos, con respecto a aquellos que investigan o teóricamente promueven políticas educativas, como si el sólo hecho de estar "más cerca" del objeto lograra construir "cierto pensamiento científico". Creo que allí hay un centro neurálgico que muy bien descubre la entrevistadora, Claudia Peiró: exponer esa tensión (horrorosa y con olor a naftalina, por cierto) entre la teoría y la práctica como si la acumulación de práctica y percepciones creara ciencia o profesionalización de los colectivos docentes. Por eso creo humildemente que en el fondo, Bruno comete un error en dirigir esa crítica contra los "especialistas" (así con comillas): confunde a estos con los que gobiernan el sistema que, lamentablemente hace algún tiempo (un par de décadas bien largas para acercarse más al número) no provienen de la Educación. Y cuando hablo de gobierno, no hablo del ministro o secretario, sea de la órbita nacional o subnacional, que puede ser un "cargo político" y "de revoleo" dentro de una distribución de papeles entre los sectores y actores de un gobierno, sea nacional o provincial. Hablo en realidad de las estructuras orgánicas de los ministerios donde una parte muy importante de los cargos técnicos son cubiertos últimamente por personas formadas en otras disciplinas conectadas indirectamente, muy superficialmente o sin conexión alguna a la Educación y no sólo conocen poco o nada el sistema educativo. Y con todo esto, aunque le parezca a alguno un "elogio al especialista", no niego que haya muchas veces fuertes deficiencias entre aquellos que se formaron en la Universidad y tienen "poco rodado" en el trabajo cotidiano de gestión escolar, "la trinchera" como dicen. Pero sin lugar a dudas están mucho más cerca que aquellos que provienen de otros ámbitos muchas veces inimaginables para el simple lector. Es cierto, posiblemente, allí la Universidad deba una profunda crítica al diseño y calidad de las investigaciones de campo que no logran permear esa barrera de "lo que se ve" alcanzando lo que verdaderamente "está pasando". La verdad no lo sé. Y como no me animo a asegurar casi nada, menos esto. Aún así, no creo que sea un problema de falta de empatía, ideologización, terquedad, obstinación o comprensión de los "especialistas" sino como sugerí puede que tenga que ver con el tipo de investigación que estamos dispuestos a impulsar. Por último y sin ánimo de cierre de un profundo y rico debate que podría/debería seguir alrededor de algunos de los temas sobre los que Bruno responde a la requisitoria de la periodista, me parece, me temo (nota: estoy dispuesto a rectificarme), que esta mirada está apoyada en cierto "modelo de docente" que últimamente circula en las mentes de muchos decisores, en la que se potencia subrepticiamente la idea de que "no se necesitan docentes tan profesionalizados" y que "si se los entrena en ciertas tareas básicas y repetitivas los resultados mejorarán sustancial y rápidamente", pensando al docente casi como una "terminal boba" de un sistema, como si el maestro fuese un "cajero automático". Y con ésto, no digo que los docentes no deban ser entrenados en ciertas "secuencias" sino que no es lo único, ni de lejos, sobre lo que un docente debe estar formado, un debate muy saldado en otras partes del planeta: cuál debe ser el saber de un maestro. 
Espero que haya sido "un aporte más a la confusión general" como proponía "La noticia rebelde" en los 80... Pensádolo mejor, no creo que muchos recuerden o sepan qué fué y quiénes hicieron "La noticia rebelde"... En fin, acá les dejo para recuerden o aprendan...



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