EL TRAZO GRUESO. DIEZ IDEAS DESORDENADAS PARA CONVERTIR LA EDUCACIÓN EN ESTRATEGIA PAÍS.

“A la política educativa le está faltando trazo grueso”. Así me decía un amigo filósofo junto a su pareja hace un par de días mientras cenábamos en su casa. Tras varios minutos hablando de escuelas, maestros y alumnos casi que canceló la charla con esa frase a la que le agregó: “Sentido de lo educativo”. Y rápidamente, en su condición de filósofo, me acribilló con la típicas preguntas: Por qué, para qué, A quién, etc, etc…

En el momento lo dejé pasar. Por suerte, con velocidad inusitada, el tema mutó  y logramos dejar fuera de temario en una buena velada el tema Educación. "Hablemos de música" le propuse. Pero posteriormente volviendo a casa recordé que hace más de 10 años que intento en este mismo blog garabatear -sin ninguna sistematicidad, es cierto- escritos alrededor de eso que planteaba "el filósofo". La mayoría de las notas van en ese sentido. No creo haber hecho grandes aportes pero por lo menos me ayudaron a (des)ordenar ideas.

Ciertamente es difícil la síntesis en un contexto de grandes cambios y novedosas demandas que asedian a los sistemas educativos desde sus políticas hasta sus prácticas. El desafío se ha convertido en una cuestión central y estratégica en nuestro país pero -aunque usted no lo crea- lo es en todo el planeta. La pandemia de COVID además agregó tensión extra sobre muchos de los desafíos previos, algunos de los cuáles han quedado al límite de las posibilidades de una sociedad democrática, en algunos al límite de la tolerancia de la vida como seres humanos. Revertir los fuertes procesos de exclusión, desigualdad e inequidad, con los marcados límites que tienen los sistemas educativos ante las dinámicas societales, nos pone en situación de interpelar a la sociedad en su conjunto y también al sistema en particular, en la búsqueda de identificar modos de promover nuevas prácticas educativas que sitúen el verdadero derecho a la educación y no sólo al permanecer en la escuela. Una política del conocimiento más que una política escolar.

Acá les dejo esas ideas desordenadas. Les aviso: no se van a encontrar con "pedimos más computadoras y conectividad o mejores edificios escolares o aumentos salariales o incorporar algún tipo de Educación con “adjetivo” (financiera, emocional, etc, etc) u otras medidas instrumentales que son presentadas generalmente como la soluciones mágicas al desafío que tenemos. En lo posible nada de “herramientas” que no estén puestas al servicio de una idea superior. Si esperan eso pueden abandonar acá la lectura. Es cierto: son repetidas en mi discurso. Nada muy novedoso. Tras 10 años de escribirlas acá en el blog veo que mucho no hemos avanzado en varias de ellas. Me pone mal eso pero estoy seguro que una vez más servirá, en alguna medida, para que algunos den el paso que todos necesitamos: atreverse a reflexionar antes de hacer.


1.- La Educación es una responsabilidad colectiva de toda la sociedad.

La Educación es el compromiso que toda una sociedad democrática reanuda con cada nueva generación. Como no se pide permiso para vivir, tampoco se pide permiso para educar y educarse. Educar es ofrecer saberes para comprender y comprenderse, para hacer, para crear, para inventar, para trabajar, para soñar, para vivir con “el otro” en paz, para ser feliz, para poder pensar y accionar sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea, a partir de principios éticos y criterios morales. Una sociedad democrática es, por definición, una sociedad de aprendizajes compartidos.

2.- La Educación no es una variable independiente.

Desmontar el relato de la relación causal, directa y unidimensional que plantean algunos sectores desde el “optimismo pedagógico” ligado a la modernidad, tan arraigado en el discurso popular, como en quienes muchas veces están a cargo de tomar decisiones en el ámbito educativo. No tendremos una economía moderna y una sociedad integrada sólo de la mano de lo educativo. La Educación no logra las transformaciones que lo social, lo político y lo económico muchas veces destruyen.

3.- El que aprende es el centro de la política educativa.

Los sistemas educativos modernos se organizan para satisfacer el derecho de los que aprenden. Los derechos de otros actores se subordinan a éste. Cuando hablamos de Educación, hablamos de salarios docentes. Cuando hablamos de Educación, hablamos de los edificios. Cuando hablamos de Educación, hablamos del resultado de las evaluaciones de calidad. Difícilmente, hablamos del que aprende, que aprende, como aprende, para qué aprende.

4.- El derecho a la educación: mucho más que el derecho “a acceder o permanecer en la escuela”.

Inclusión y Calidad, dos ejes medulares vistos como uno solo, sin fragmentación, especialmente para los sectores más vulnerables. De los dos, la calidad es fundamentalmente una responsabilidad propia del sistema educativo: cultura de la evaluación de procesos, resultados, rendimiento de los alumnos, programas educativos, materiales curriculares, práctica docente, instituciones, sistema en su conjunto y la propia evaluación con el objeto de mejorar la valoración y la toma de decisiones en Educación. Pero la inclusión no es exclusiva responsabilidad del sistema educativo. Sólo lo es parcialmente. Hay que mejorar el impacto de la fuerte expansión de programas de atención a grupos en riesgo educativo para garantizar retención escolar (becas estudiantiles, ayudas escolares y otras alternativas) que se multiplican a nivel nacional, provincial y municipal pero fundamentalmente es necesario explorar otros formatos y procesos educativos realizados en contextos no escolarizados, que apoyados en las tecnologías de la información y la comunicación, superen la tradicional forma escolar, atendiendo demandas educativas de alumnos, padres, comunidades y otros actores de la sociedad.

5.- Una política para una Educación “a lo largo de toda la vida”.

En este marco Educación es más que “sistema escolar”. Es necesario superar la tradicional mirada “escuela-céntrica”. Educación Permanente, sin perder de vista el tramo formal como sustancial en la construcción de competencias básicas de aprendizaje (aprender a aprender). Proyectar, en definitiva, una Educación “más allá de la escuela”.

6.- Educación para una nueva ciudadanía universal.

Cada una de las rupturas en la historia mundial tuvo su correlato en Educación. Planeta cada vez más y mejor interconectado, ruptura espacio temporal, desdibujamiento de la fronteras público-privado, Estado como organización territorial dentro de organizaciones continentales. Un Estado-Nación puesto en crisis, también pone en crisis nociones centrales para la Educación: los conceptos de ciudadanía y de subjetividad. Repensar la educación para que exprese y acompañe una nueva ciudadanía global derivada de los Declaración Universal de los Derechos de Humanos de 1948 y la ética de la alteridad (responsabilidad por el otro).

7.- Recuperación del concepto amplio de obligatoriedad

En los últimos años el concepto ha tenido fuertes mutaciones. Hoy desde la perspectiva del derecho social, es el Estado el garante y responsable de implementar y sostener la efectiva extensión de la escolaridad obligatoria hasta el nivel secundario. Algunos plantean llevar con esta misma lógica, la obligatoriedad casi al inicio de la vida de un ser humano. Discutible para mí. Pero obligatoriedad, además implica derechos y deberes. El derecho del que aprende a aprender, el deber del padre de enviar a su hijo a la escuela. El deber del que aprende a estudiar. En sí, un Estado que supere el rol de “garante del servicio” y pase a garantizar educación de calidad para todos. Una sociedad que realice todos los esfuerzos por cumplir con el objetivo.

8.- Una Educación para los que no están incluidos.

Aunque la Educación siempre incluye es momento de “incluir” a aquellos que el propio sistema difícilmente incluya. Parece un juego de palabras, pero no lo es. El sistema escolar no se transformará con la velocidad que requiere la formación y capacitación que necesitan miles de jóvenes y adultos. Por ello a la mejora de la calidad de los aprendizajes de aquellos que están incluidos hay que sumar el desafío que se presenta con aquellos que no lo están. Para todo esto habrá que perseverar en la reconstrucción de un escenario de mayor justicia social y educative que brinde la posibilidad de una universalización y en el marco de una política de calidad y metodologías flexibles, diseñar estrategias escolarizadas y semi-escolarizadas, procesos convencionales y no convencionales de aprendizaje con el fin de alcanzar a todos.

9.- Un estado inteligente convertido en estado educativo.

Necesitamos un Estado que disponga de todos sus recursos, especialmente del más rico e importante, su gente, para tejer una red de servicios que movilice todas las capacidades educativas, científicas, tecnológicas y culturales en pos de la mejora constante de la calidad de vida de sus ciudadanos. Con más recursos y mejor gestión estatal. Con más responsabilidad y rendición de cuentas. Pero el sin perder de vista el imperativo central: imaginar, proyectar y ejecutar políticas integradas de desarrollo social y productivo. Por lo tanto, una política educativa en sentido amplio supone políticas de comunicación, de cuidado de la salud, de ofertas de mejores trabajos, de acceso a la vivienda, de la memoria, del cuidado y preservación del hábitat y el medioambiente. Por supuesto construir la mejor escuela pero trazar una calle, hacer cloacas, iluminar un barrio, acercar conectividad, mejorar el transporte y un centro de salud, promover nuevas formas de trabajo y capacitar a los ciudadanos; todo forma parte de la mejora en Educación. Todo.

10.- Una política educativa conectada al desarrollo profesional y al reconocimiento social de los que enseñan: una cuestión estratégica

No se puede realizar una transformación como la que se pretende sin la participación activa y central del que enseña. Sí, del maestro. Con él y no contra él. "juntos a la par" como dice la canción. Para eso es sustancial seguir profundizando los cambios en el modelo de formación inicial y continua de los docentes. Mejorar la calidad educativa no es solo cambiar los planes de estudios, ni solo ajustar todos los años salarios docentes a la pauta inflacionaria, ni siquiera reducir el número de alumnos de los grupos escolares (todos elementos en los que debemos trabajar), sino elevar la calidad profesional de nuestros maestros. Un paso es diseñar e implementar una nueva carrera docente que incluya el hasta hoy inexistente eje horizontal para que "los que se dedican toda su vida a enseñar" no necesiten abandonar el aula para obtener mejoras salariales o reconocimiento social, conectando esa carrera a la mejora de su propia profesionalización y la incorporación de una verdadera política de incentivos económicos diferenciales que conjuguen exigencia formativa con ascenso tanto escalafonario como en ese nuevo eje horizontal a incorporar.

Como ven en este último punto, no logré salirme de esa lógica de "instrumento". Pido perdón por ello. Es difícil mantenerme mucho rato en el "trazo grueso"... 

Hay mucho por hacer...

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