¿Necesitamos cambiar la narrativa de que la pandemia ha convertido la Educación en una tragedia? Mi mirada personal.

Millones de chicos y chicas fuera de la escuela, meses de aprendizaje perdido y brechas cada vez mayores entre estudiantes: se ha puesto de moda ver al Covid-19 como un desastre para la educación. La famosa frase “Estanos ante una tragedia educativa”. Pero la Educación nunca es una tragedia.

Quizás debamos cambiar la narrativa y ver cómo la educación se beneficiará de la pandemia, abriendo más puertas de las que cerró y brindando la oportunidad de dar un enorme salto cualitativo en la forma en que enseñamos a las jóvenes generaciones.

Sin minimizar el impacto de los lock-down que sucedieron en todo el planeta y el cierre de escuelas que dejaron a millones de estudiantes en todo el mundo sin clases presenciales -en algunos lugares mucho más de lo que parecía necesario- y que ambos fenómenos han ensanchado las brechas educativas y la desigualdad ¿HAY RAZONES PARA SER OPTIMISTA? No tengo ninguna duda. SÍ.

La pandemia ha sido un gran disruptivo para la Educación, como lo ha sido para todo. Es nuestra gran oportunidad para revisar todo lo que hemos aprendido durante los últimos 15 meses.

No tengo la menor duda de que, si hacemos las cosas bien, nuestro sistema educativo y nuestras escuelas estarán mejor después de la pandemia porque hemos aprendido mucho.

El uso de la tecnología en las escuelas es el ejemplo más obvio. (¡ATENCIÓN! No es el único como ya veremos más adelante)

Si bien el uso de la tecnología venía integrándose a la educación desde hace más de 3 décadas, para la mayoría de las escuelas desempeñaba un papel complementario. “Mañana, después de la pandemia” se volverá más integral.

La enseñanza y la didáctica tradicional cambiará definitivamente. Hemos visto muchas experiencias novedosas. Entre ellas nombro sólo una que ví funcionar en escuelas públicas durante este último tiempo: maestros usando modelos como el aula invertida, donde graban sus clases en pequeños videos que publican en Youtube y ofrecen a los estudiantes ejemplos que pueden mirar una y otra vez y entrar al aula virtual al día siguiente e intercambiar entre ellos, con la coordinación del mismo maestro, sobre lo que han aprendido. Como esta experiencia se han multiplicado miles durante este tiempo. Desde las más complejas a las más simples. Veremos mucho más de eso y más educación basada en la investigación, donde los estudiantes pueden elegir sus temas y colaborar con otros estudiantes.

Por todo eso será imprescindible, revisar cuando y como aplicar esas tecnologías. Qué enseñar con ellas, cuando mejoran los aprendizajes y cuando no son más un problema que una solución. Eso sí: ¡nada de locuras de gurús! ¡Por favor!

De allí que es incorrecto ver esto como un presagio de una disminución del papel del maestro. La tecnología ha abierto muchas puertas y habrá muchas formas en las que el aprendizaje híbrido aparecerá en las aulas. Pero un maestro talentoso que comparte sus conocimientos siempre será parte de la experiencia de aula. Nunca deberíamos mirar las cosas en extremo: hoy se impone un enfoque pedagógico de aprendizaje combinado.

El aprendizaje en el hogar también brindó a los maestros la oportunidad de personalizar el aprendizaje de sus estudiantes en un grado mucho mayor al actual. La tecnología está cambiando muy rápidamente. Podrá proporcionar a los maestros las herramientas para ayudarlos a ser lo mejor que puedan y hacer lo que mejor saben, que es enseñar uno a uno a sus estudiantes.

Pero no solo los estudiantes se beneficiarán. Los encierros demostraron el potencial de la tecnología para desempeñar un papel mucho más importante en el desarrollo profesional de los maestros, incluido el aprendizaje entre pares. Uno de los mayores impactos que he visto es la capacidad y la voluntad de los maestros para colaborar y compartir las mejores prácticas. Comprobé, pero ya lo sabía.

Hay muchas otras formas en que la pandemia ha acelerado la transformación de la educación, desde permitir que los niños continúen aprendiendo cuando están fuera de la escuela hasta brindarles la oportunidad. para tomar un curso que no se ofrece en su escuela, para cambiar la forma en que se evalúa o la hoy clarísima necesidad (que todos sabíamos necesario) de generar la nominalización de todos los que están aprendiendo en nuestros sistemas educativos, Para que existan registros nacionales de las fortalezas y debilidades, potencialidades y amenazas que posee cada uno de los millones de estudiantes argentinos a lo largo de toda su biografía escolar.

Pero si bien toda la atención actual está puesta en el impacto de la tecnología, no es la única forma en que las escuelas cambiarán como resultado de la pandemia.

La educación en el hogar les ha dado a los padres una mayor comprensión en la educación sistemática de sus hijos. Y en el futuro querrán seguir teniendo conocimiento del aula de diferentes maneras. Por ello deberán tener un espacio de participación real en el sistema educativo, desde donde puedan realizar su aporte como padres, no sólo desde lo individual sino formalizando su participación en instancias de consultas en ministerios y consejos, como hoy lo tienen los sindicatos docentes. Un actor más que siempre fue parte de la educación de los chicos pero últimamente había quedado bastante desdibujado.

Quizás y porqué no, también les ha dado a los profesores una mayor confianza en su capacidad de adaptación. Los maestros han descubierto que son capaces casi de cualquier cosa, si es que ya no lo sabían antes. Los maestros, sin dudas, son los profesionales más creativos y resilientes del sistema y han tenido que girar y salir de su zona de confort, si es que podemos llamar “confort” a lo que venía ocurriendo en nuestras escuelas.

Pero quizás lo más importante de todo es que la experiencia de los últimos 15 meses ha demostrado que las escuelas no se tratan solo de educación en el sentido académico. La pérdida de la capacidad para jugar, interactuar, dialogar, cooperar y resolver discusiones con sus compañeros ha tenido tanto impacto en los niños como la pérdida de aprendizaje. Lo que hemos aprendido es que las escuelas ofrecen mucho más que lo académico. Para los que formamos parte de los sistemas educativos, eso no es nuevo ni novedoso, pero se ha vuelto claramente evidente para un sector de la sociedad que hasta el momento no lo tenía en sus radares. Y este es un elemento central: la educación seguirá basada en el aula y en la escuela, en una actividad gregaria ahora más comunitaria que nunca.

Pero a pesar de que nos sintamos envueltos por el optimismo necesito dejar aquí una nota de precaución. Sería fácil apresurarse y aceptar que el cambio ya está consolidado entre nosotros, por lo que es vital evaluar cada paso y asegurarnos de hacerlo bien. Por eso, cualquiera que diga que lo tiene todo resuelto seguramente no estará diciendo la verdad. Debemos tener cuidado con los vendedores de tónicos milagrosos del lejano oeste. No hay verdad revelada. Hay propuestas y debates. Con diálogo y acuerdos se crean plataformas de despegue. Si no lo hacemos, nos lo perderemos.

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