Bienvenido 2021 a la Educación. Un nuevo regreso, como siempre pero diferente...

Comienza un nuevo ciclo lectivo. Inusual por donde se lo mire. Con expectativas pero sobre todo lleno de incertidumbres. Incertidumbres que no están sólo en el orden de lo que lógicamente sucede en cada comienzo. Ya no es que Tiara o Cyrano empezarán primer grado, o el simple y mágico reencuentro con mis compañeritos de grado o una maestra que por primera vez se hará cargo de un séptimo grado y está ansiosa por conocer a sus nuevos alumnos. Las incertidumbres provienen del entorno a la escuela, un poco más lejano, pero cercano al fin, el gris contexto de una pandemia que asola a todo el planeta. Que nos predispone de otra manera. Que nos preocupa, nos inquieta.
Y en este espacio-tiempo que se da hoy necesitamos reflexionar alrededor de algunas cuestiones básicas. Lo primero que me surge es que vamos a estar mejor que el año pasado. Intento (quiero) ser optimista. Por varias razones pero principalmente porque hay una decisión de todos los gobiernos de priorizar la modalidad presencial en las escuelas. Vamos a volver a “estar, a “ser” en las escuelas y eso es un primer punto para festejar. Lo virtual, sin que tenga que desaparecer por completo volverá a ser subsidiario de lo real
. Se apagarán seguramente las voces de los gurús educativos que proponían una escuela de pantallas, donde se empujaba el rol del maestro a que fuera un simple “delivery (sin bicicleta) de contenidos", el Max Hedroom escolar.
Pero cuidado, no nos apresuremos. La escuela no será la misma que dejamos en 2019. Será una escuela repleta de procedimientos diseñados para evitar al máximo los contagios de COVID. Por sí, solo ésto ya es una apuesta muy particular, audaz, ambiciosa, hiper complicada. Volvemos pero volvemos a algo diferente y que todavía no sabemos muy bien qué será. Tiempos escolares reducidos, chicos a 2 metros uno del otro sin contacto físico, la posibilidad latente de tener que "eyectarse" nuevamente porque hubo contagios en una burbuja, un colegio o porque la circulación comunitaria en mi ciudad o barrio se elevó a niveles que no se preveían, maestros más preocupados por cumplir ellos y hacer cumplir los protocolos que por enseñar, ¿Quién sabe, no? Todo eso lo develaremos a partir de hoy el reingreso. ¿Qué enseñar y qué será enseñar hoy? ¿Qué aprender? ¿Cómo? ¿La pandemia hizo que cambie el sujeto que aprende? Y el que enseña ¿no cambió? Cientos de este tipo de preguntas sobrevolando edificios medio abandonados por las gestiones pero que esperan ansiosos a ser llenados de contenido. Muchos nuevos desafíos impensados hasta ayer en nuestras escuelas ¿Cuál es el emergente que hoy nos hace percibir como caos las situaciones complejas en nuestras escuelas que varios ya conocíamos? Tal vez sea la conciencia de fragilidad de la vida en pandemia que nos obliga a mirar de otra manera el vínculo pedagógico entre maestro y alumno. Tal vez… Y todo esto es posible que nos lleve a comprender por fin que durante 2020 la "ESCUELA" como concepto, como institución, implosionó y quedó en escombros y que no alcanza que en 2021, como no alcanzará posiblemente en varios años, que sobre esos escombros sólo definamos protocolos sanitarios para que nadie salga lastimado (o se "contagie menos"). Por eso, hoy y no mañana, el principal desafío es reconstruir la institución con planes, objetivos, recursos y mejor gestión con centralidad en lo pedagógico, lo psicológico y lo social. Hoy más que nunca, organizar la Educación, en pandemia y para la pospandemia, exige planificar la reorganización de todo el sistema educativo y de la escuela como institución. Un objetivo todavía mucho más osado que la vuelta con protocolos. La vuelta debe ser a un espacio público que por excelencia ofrece, en este momento complejo para toda la humanidad, oportunidades para aprender y relacionarse en sociedad, donde aparezca también el gigantesco desafío de construir nuevas relaciones entre el aprender y algunos ¿nuevos?/¿viejos? conceptos. Como nos demuestra esa mamá que le manda un WhatsApp a la maestra de su hija el viernes antes del comienzo de clases para decirle: "Seño, ella ya se sabe los números, lo que le falta ahora es que le salgan lindos. Este año vamos a trabajar en eso" recuperando la relación Saber y Belleza. O las ciento de miles de experiencias anónimas de un 2020 que se dieron en nuestras escuelas (¿virtuales?).
Y por fin frente a todo esto, aparece la responsabilidad indelegable que siguen teniendo los gobiernos para proponer políticas, liderar y hacer que ese arduo trabajo que tenemos por delante en cada escuela, en cada aula, en cada encuentro entre alguien que aprende y alguien que enseña, se pueda llevar a cabo orientando recursos físicos y simbólicos con una gestión eficiente y participativa. El azar no mejorará nuestra situación actual. Un quijotesco maestro solo y sin recursos no podrá hacer la diferencia, por más creativo y obstinado que sea. Por eso es imprescindible (aunque algunos amigos se enojen), sacar a la Educación de la grieta en la que hemos enterrado y normalizado cada uno de nuestros debates en estos últimos tiempos. Terminar este deporte tan argentino de meter todo dentro de la "bolsa de la política" (sí, todo con minúscula). Necesitamos que todas las decisiones se tomen con argumentos racionales, en base a evidencia, con mayor participación de todos los actores de la comunidad educativa, en especial la de los padres, actor que irrumpió en estos últimos tiempos y estaba relegado a un rol menor de casi mero espectador. Que los gobiernos hagan principalmente docencia: propongan, expliquen, justifiquen, persuadan… Y una sociedad que realmente se comprometa ¿Qué estaríamos dispuestos a hacer o dejar en de hacer individual y colectivamente por la pandemia para lograr que nuestros chicos no pierdan la oportunidad de aprender en la escuela y con otros? Si queremos que nuestra Educación cambie y para mejor hoy es el momento de demostrarlo con nuestras acciones, tal como plantea el maestro Mariano Narodowski. Así como en 2020 logramos que a nadie le faltara una cama, un respirador y un médico para que lo atendiera en la enfermedad y pudimos reforzar y mejorar nuestro sistema de salud, el 2021 debe ser el año de la Educación para que en 15 o 20 años recordemos al COVID y particularmente a éste año como el del inicio de la gran epopeya con la que transformamos para mejor nuestro sistema educativo.
Hasta acá hicimos mucho juntos.
Juntos podemos hacer muchísimo más.

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