Volver a la modalidad educativa presencial. Un regreso a la escuela que exige una planificación integral y responsable

Por Susana Martín. Licenciada y Magister en Gestión Educativa.

La emergencia sanitaria por coronavirus (Covid 19) que golpea a todo el planeta está dejando huellas y pérdidas incalculables en todos los sectores y áreas de la sociedad. Las más lamentables son las pérdidas de vidas y las secuelas en la salud de la población afectada.

Entre los efectos no deseados está el impacto en los procesos educativos que, el cierre de las escuelas y la imposibilidad de recibir una educación presencial, deja en los millones de alumnos que en diferentes lugares del planeta vieron interrumpida su continuidad pedagógica o afectada su educación.

En nuestro país casi 12 millones de alumnos debieron recurrir, a partir de marzo de 2020, a una modalidad de educación remota, con herramientas virtuales, para continuar con su formación. Cerca de 1 millón integran el sistema educativo de la CABA.

Los resultados de la evaluación del ciclo 2020 en la CABA según datos del Ministerio de Educación de la Ciudad volcados en el informe “Lecciones aprendidas” indican que sólo en CABA 120.000 alumnos perdieron los vínculos con la escuela, el 88% de los casos (según relevamiento a julio 2020), la calidad y frecuencia de esos contactos fue heterogénea en función de los medios que se utilizaron para llevarla a cabo. y el 70% de los encuestados (niños y jóvenes) manifestó síntomas de ansiedad, depresión, sentimientos de soledad y baja satisfacción con la vida, y señalaron como principales dificultades del aislamiento el no ver a sus amigos o familias, no poder asistir a la escuela ni realizar otras actividades que constituían sus rutinas.

El mismo informe da cuenta que la cantidad de chicos/as que no logró los aprendizajes esperados y pasó al año siguiente en situación de «Promoción Acompañada» duplica la cifra del año anterior. En el caso de secundaria, casi un 40% de la matrícula tiene 3 o más materias pendientes de acreditación, y por lo tanto su promoción está en proceso.

Si bien no hay datos sobre los índices de abandono en los diferentes niveles del sistema, los informes de valoración pedagógica permitieron identificar 4546 estudiantes de nivel secundario que concluyeron el año 2020 con más de 8 materias calificadas como “en proceso”.

Teniendo en cuenta este diagnóstico en CABA, es sencillo deducir que la compleja situación educativa se replica y profundiza en distintas zonas de todo nuestro país, y que readecuar la modalidad remota a la presencial o a una mixta según la problemática epidemiológica, exige una planificación integral, que debió comenzar hace unos meses y que compromete diferentes áreas o aspectos como
  • sanitarios y de adecuaciones edilicias. Nuevos protocolos sanitarios, modificaciones y ampliaciones en infraestructura, adecuación y uso de los espacios.
  • pedagógicas. Organización curricular y de la enseñanza que incluyen capacitación y asistencias particulares,
  • tecnológicos con nuevas herramientas, plataformas e instrumentos,
  • socioeducativas que incluyen asistencia alimentaria, y psicopedagógica e incluso psicológica. Acompañamiento y seguimiento de las trayectorias.
  • nuevos recursos financieros y adecuaciones administrativas
En diferentes oportunidades hemos sostenido la importancia de la escuela y específicamente de la modalidad de educación presencial para la inclusión, socialización, prevención y detección de dificultades en los procesos de aprendizaje y aún en otras patologías que inciden en el desarrollo integral de los niños y jóvenes. No es menor el valor que destacamos para la contención socioemocional especialmente para los más vulnerables.
Sin embargo planificar el regreso a las aulas presenciales o mixtas en un contexto de pandemia complejo y con alteraciones profundas en la realidad social y escolar debería ser un proceso iniciado con mucha anticipación que compromete a muchos actores, e incluye inexorablemente a los directivos y equipos docentes por su conocimiento territorial y de las situaciones diversas.
Es necesario considerar algunas cuestiones que son certezas para enfrentar el ciclo lectivo 2021:

  1. Son muchos los desafíos pendientes en orden a la continuidad de las trayectorias educativas de los/as estudiantes, entre los que se observan la heterogeneidad de los grupos de aprendizaje conformados en este nuevo año, por alumnos/as que tienen que recuperar contenidos que les quedaron pendientes junto a otros que han podido consolidarlos, 
  2. El esfuerzo de muchas jurisdicciones y de los docentes para mitigar las diferencias de recursos, apoyos y capacidades aprendidas no han sido suficientes para mitigar las desigualdades con las cuales nos enfrentamos.
  3. Lo que la pandemia exige no es sólo una modificación en la modalidad de educación (presencial o remota) nos ha interpelado esencialmente por los modos de enseñar y aprender que exige nuevas exploraciones aún no resueltas.
  4. El regreso a clases presenciales es posible y deseable para garantizar la enseñanza y los aprendizajes de cada uno/a de los/las estudiantes con una planificación integral que abarque todos los aspectos señalados para dar seguridad a todos los actores.

Algunas fortalezas que se desprenden de las numerosas voces en defensa de “los chicos en la escuela” indicaría que, por lo menos en nuestro país, han disminuido los detractores de la escuela que pregonan su incapacidad para educar, incluso de su incapacidad para enseñar algo práctico a excepción de cumplir órdenes y que ponderaban las escuelas alternativas o la educación de los hijos en la casa.
También insistimos que esta crisis, como toda crisis es una oportunidad para consolidar una nueva escuela, una escuela para aprender y emprender los cambios y transformaciones que demanda la sociedad.

Algunas cuestiones deberían ser inaceptables: Lo que no podemos o no deberíamos aceptar es que el único objetivo de esta crisis es “los chicos en la escuela y después resolver o mejorar todas las cosas”

Lo que no podemos o no deberíamos permitir es que los relatos políticos partidarios sobre la educación y la escuela le ganen a una política educativa producto de acuerdos, participativa e inclusiva atenta a los tiempos y circunstancias, como política de estado.

Lo que no podemos y deberíamos ser capaces de evitar en esta etapa, son improvisaciones y simulaciones que afectan estructuralmente a nuestro sistema y lo que es más grave comprometen la educación y el futuro de nuestros jóvenes.

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