"Hoy no me voy a pelear con los maestros". La consigna de un buen funcionario de Educación.

Estamos a pocos días de un cambio de gestión política en el país. Cierto nerviosismo por la danza de nombres para ocupar funciones en cada espacio del nuevo gobierno circula en los ambientes políticos. Algo más o menos normal en cada recambio, que por suerte se nos está haciendo una buena costumbre. Hay varios ministerios que ya están confirmados. Otros están en duda. No me parece casual que el de Educación esté entre estos últimos. Varios aspiramos a que sea algún día el primero en definirse. Pero quedarse en eso sería una mera lógica egocéntrica.

Así es. No se sabe muy bien todavía quien ocupará el Ministerio de Educación Nacional ni cómo se conformará la nutrida plantilla que ese ministerio posee, algo posiblemente mucho más importante que el nombre y apellido del que conduce. Pero ¿Importa realmente el “nombre y apellido”? Para algunos mucho. Para mí, les soy sincero: algo, pero no tanto. Sin dudas me gustaría que fuese alguien que proviene del ámbito educativo. No tiene porqué ser ”maestro” ¿ok? Sería muy interesante no repetir esquemas de selección de funcionarios que olvidan priorizar entre sus criterios, el “paso” por el sistema educativo. Pero repito: no tiene porqué ser alguien que proviene del sistema escolarizado, de un aula específicamente. Pudo o no haber pasado por ella nunca. Pero sería sustancial que venga provisto de una agenda que contemple las problemáticas centrales, los nudos a trabajar, ideas a poner en tensión. Y agrego para algún despistado: no hace falta sólo un “gestor”. Necesitamos alguien con la suficiente sensibilidad para entender por dónde pasan esos verdaderos desafíos educativos del país y del mundo, abierto a escuchar, más que a decir, y que, en conjunto con sus colaboradores, defina no más de tres o cuatro ejes de trabajo y acción con el único objetivo puesto, en palabras de Fernando Savater, en la “fabricación de humanos, humanos que puedan persuadir y estén abiertos a ser persuadidos". Por supuesto luego pensaremos en la funciones instrumentales (preparar para el mundo laboral y ofrecer pautas para la vida en sociedad) pero lo primero es recuperar la función esencial: crear humanos... 

De esta manera la Educación está careciendo de una agenda política y social que priorice ideas y conceptos más que utilización sin reflexión de meras herramientas. Jerome Bruner define parte de este gran tema emergente: “La narrativa debe construir dos paisajes simultáneos. Uno, el paisaje de la acción, en que los constituyentes son los argumentos de la acción: agente, intención u objetivo, situación, instrumento. El otro es el paisaje de la conciencia: aquello que los comprometidos en la acción saben, piensan o sienten, o no saben, no piensan o no sienten. Estos dos paisajes son esenciales y distintos”. La verdad es que el paisaje de la conciencia padece de orfandad. El vértigo tecnológico ha tomado posesión de lo cotidiano. La velocidad a que se procesa el cambio va en aumento y dificulta la interiorización de las crisis. El futuro se presenta, cada vez menos, como la proyección del pasado. “No hay tiempo. Hay que hacer...” te dicen…

"¿Para qué y qué? podría preguntarse posteriomente a esa afirmación...

Pero para ser más concreto en el aquí y ahora, en la actual momento histórico argentino y desde mi humildísima opinión, simplemente necesitamos a alguien que en el marco de un equipo plural y democrático no se pelee con los maestros. Así como nunca creí en esa consigna que dice “Maestro luchando también está enseñando” tampoco creo que un ministerio que se ponga como objetivo la verdadera transformación que necesitamos, tenga “leit motiv”, el combate constante con los que trabajan en las aulas. Por el contrario espero, deseo, pretendo un "equipo" (una palabra que debemos recuperar en su verdadera acepción) que trabaje para elevar socialmente la confianza que ponemos todos en nuestros maestros. No es tarea para que lo haga en soledad. Sin dudas, sociedad y hasta los mismos maestros deben ayudar en ésto pero con una responsabilidad puesta en aquellos que conducen.

Para ponerlo en una sola imagen, creo que sobre el escritorio de trabajo de cada funcionario del Ministerio de Educación, desde el 10 de diciembre en adelante, debería colocarse un cartelito que pueda ser leído todas las mañanas, al comienzo de cada jornada que diga “HOY NO ME VOY A PELEAR CON LOS MAESTROS”. Lo demás está todo para discutir. Esperemos que pueda darse. Estoy seguro que será lo mejor que nos puede pasar…

NOTA MUY IMPORTANTE: No confundamos “representantes gremiales” con “maestros”. No son sinónimos. Ambos son importantes. Cada uno cumple una función. Pero no son para nada lo mismo. Conflictos existirán siempre y no es cuestión de evitarlos. Los conflictos deben ser resueltos y para ello necesitamos que todos participen... Y participar no es tomar decisiones. La decisión final es siempre del que gobierna legítimamente, siempre es del Estado… Son los gobiernos los que definen, en consulta con varios y diversos actores, una política educativa. No los gremios. No nos equivoquemos…

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