EDUCACIÓN. Una idea. Lo que falta...

Hace un tiempo que nos encontramos con una grata sorpresa en nuestra sociedad: la instalación en parte importante de la población argentina de la “preocupación” por la Educación. Quiero remarcar la palabra “preocupación” ya que la aparición del prefijo no es casual. En español este prefijo demuestra todavía cierta vacancia, faltante. Indica anterioridad temporal al momento de ocuparse definitivamente del tema. Por lo tanto, a mi modesto entender, sigue siendo demostrativo del paso trascendental que todavía no hemos dado para que el tema pase de “ser casi toda potencia” a “acto”. Pero entonces ¿qué estaría faltando para que eso ocurriera?

Intentaré en estas pocas líneas desarrollar algunas reflexiones alrededor de ésto. Seguramente incompletas y desordenadas como todo lo que uno puede pensar en soledad. El camino seguramente es mucho más complejo pero aportar un “startline” no me pareció malo para arrancar.

En estos momentos parece demostrarse que “iniciativa” y “recursos financieros” no alcanzaron nio alcanzan para torcer el rumbo sinuoso y “execrable” (para algunos con los que no coincido) de nuestro derrotero en las últimas décadas en el plano educativo. Tener plata y acumular acciones no han dado los resultados esperados por algunos. Hoy por suerte, todos mal o bien justifican la necesidad de cambios. Pero la palabra “cambio” en sí misma no aporta ninguna direccionalidad. ¿Cambiar? Sí. Pero ¿Hacia dónde?

Entonces, parece ser que lo que estaría faltando es “una idea”. Así como falta en varias otras áreas de nuestra sociedad y fundamentalmente en la Política en Argentina. Una idea, que condense los principios y valores que una mayoría notoria de nuestra sociedad se pone de acuerdo como deseables, alcanzables. Es así como a pesar de grandes esfuerzos, algunos loables, otros no tanto, lo que está faltando es un “sentido”. No es posible que en aras de justificar que “algo se está haciendo” la Educación se resuma a una actividad meramente instrumental, una acción de nuestra sociedad en vistas a darle sólo algunas herramientas a las generaciones jóvenes con el fin de que se ajusten a las reglas del mercado. Necesitamos construir esa idea, que por cierto no se construye en “asamblea popular” sino a partir de las demandas de todos, que tras ser interpretadas se convierten en una propuesta de una dirigencia (no sólo política) que la expone para ser nuevamente reinterpretada una y otra vez por aquellos que la demandaban.

Esa idea simple, contenedora y fácilmente comunicable debe ser la piedra fundamental de una política con planes, programas y proyectos que respondan a esa idea orientadora. Hoy pareciéramos movernos sólo en el plano de una lista más o menos bien o mal diseñada, de “cosas y acciones faltantes”... Y una “lista de faltantes” no es ni una política, ni un plan, ni un programa... Es sólo lo que nos falta hacer... Hacer ¿para qué? Sin dudas necesitamos mejor infraestructura o incorporar de manera un poco más inteligente recursos tecnológicos o nuevos conocimientos. Pero sin esa idea rectora ¿Para qué la estaríamos incorporando? ¿Sólo para no quedar afuera de una posible moda educativa? ¿Por que “vende”?

Seguimos esperando esa idea que sin dudas no llegará si no nos ocupamos en construirla. No aparecerá sola apartir del amontonamiento de acciones discordinadas y hasta veces contradictorias. Es cierto es difícil, pero los países que han mejorado sus pisos educativos se ocuparon de definirla previamente. Acá hay que hacer una salvedad: el debate educativo mundial tiene cierto agotamiento. Todos coinciden en que lo que han hecho no les sirvió para llegar a objetivos que se habían autoimpuesto. Nadie está plenamente conforme el “punto de llegada” y eso es bueno porque ayuda a seguir caminando. En forma metafórica, me gusta describir el “estado del arte” educativo mundial como una “gran paleta de colores” de pintor. Más o menos todos utilizan los mismos colores. Pero si todo se transforma o no en una obra de arte depende de una idea a desarrollar y la inteligencia del pintor para saber mezclar esos colores que tiene disponibles. Sin idea, sin inteligencia la mezcla se convierte sólo en un dibujo mediocre como tantos otros.

Reitero porque no es mío: algunos sintetizan esto en encontrar el sentido de lo educativo. Necesitamos ponerle más tiempo a ésto. No niego el “mientras tanto”. Pero eso es parte de lo que algunos describen como “gestión”. Y la gestión por sí sola es administrar el presente. Sin un Norte, la gestión es “administrar, más o menos, lo que hay”... Harán falta que los poderes públicos garanticen que algunas condiciones mínimas que hoy no logran garantizar (en algunos casos, por el contrario, alientan) se den para que ese proceso pueda darse en forma eficiente. Pero me parece que esas condiciones pueden ser parte de otro escrito. Hoy lo importante es entender que todavía nos falta esa idea... La idea, una no muchas, y sólo la idea nos dará ese Norte. Hay que construirla... Por ahora no ha aparecido...

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