Juicio a la jornada completa escolar... (el más tiempo) Con propuesta


El tema del tiempo en la escuela ocupa desde hace largo rato (posiblemente desde su creación) un espacio de relevancia en la agenda del debate educativo. En nuestro país, lamentablemente y con indudable ayuda de algunos técnicos en Educación, la política ha optado por el eje más tradicional y más conservador para orientar este debate: el “más tiempo - menos tiempo”. Así es como en épocas de campaña electoral se reedita la propuesta de extender el tiempo escolar prometiendo porcentajes de escuelas de tiempo completo o extendido inalcanzables en el corto o mediano plazo. Peor que ello desde 2006, estos inalcanzables objetivos fueron instalados por Ley de Educación Nacional, objetivos que no pudieron cumplirse en casi una década y que difícilmente puedan ser alcanzadas por futuras gestiones… Como en otros lugares del mundo e influenciados por “la espuma”, el número de días y horas dedicados a la enseñanza pasó a convertirse en uno de los indicadores más utilizados para clasificar a los países e identificar a países "avanzados" de los considerados "atrasados". Con esta mirada, “compramos” la idea de buscar pertenecer al primer grupo sin tener muy en claro el debate pedagógico profundo que es necesario realizar sobre el tiempo escolar.
Para los que creen, casi a ciegas, que la temporalidad escolar convencional -cinco días, nueve meses de clases, poco más de dos meses de vacaciones- es la única en el mundo les quiero traer un aviso que posiblemente los entristezca: esa "temporalidad escolar única y estandarizada" no existe en el planeta Tierra. Las diferencias entre países son enormes. Hay total disimilitud en el número de días y horas de enseñanza al año, al mes, por semana y por día y la organización del calendario y la jornada escolar, aún en una misma región del planeta. En varios países, la semana escolar dura no cinco sino seis días. En otros tan solo cuatro y en algunos tan sólo tres. La jornada diaria puede tener desde siete y hasta tres horas, más o menos intervalos de recreo y descanso, incluir o no desayuno o almuerzo. Algo peor: esa misma diversidad puede darse dentro de un mismo país a partir de la implementación de diferentes programas educativos, conviviendo con la autonomía que se le otorgan a las propias instituciones escolares, para definir el tiempo escolar. Y dentro de un mismo sistema escolar puede haber más horas por día o más días lectivos en los primeros grados que en los últimos o al revés, menos al principio intensificándose a lo largo de la biografía escolar del alumno...
Pero no es menos cierto que la jornada completa es un modelo aspiracional absolutamente instalado en diversos países latinoamericanos. Chile (desde fines de 1990), Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela y México son algunos de ellos. ¿Qué hace que por estas latitudes esto sea así? El sustrato de esta preocupación es el supuesto, que hoy sabemos equivocado, que "a mayor número de días y horas y a más tiempo de enseñanza, mejor la educación y mejores los rendimientos escolares". Para algunos la variable "tiempo de enseñanza" explicaría entre otros varios, la diferencia de resultados entre sistemas escolares "primermundistas" y "tercermundistas". Pero como adelantamos no es nada nuevo: varias de estas premisas ya eran publicadas por el Banco Mundial a fines de los 90.
Pero entonces ¿Es necesario repensar el tiempo escolar? Sí. No hay dudas. Otra vez... Sí. Pero no simplemente en términos de más o menos, sino en clave de “diferente tiempo”. Copiosas investigaciones y evaluaciones internacionales, incluida la invocada hasta el hartazgo “Informe PISA”, muestran con claridad que más tiempo dedicado a la enseñanza o al estudio no siempre, ni necesariamente, equivale a mejor educación y a mejores resultados. En contrapartida, casi todos los casos estudiados por estas investigaciones proponen como cuestión central revisar cómo se usa y distribuye el tiempo disponible actual y en un segundo paso y si fuera necesario incorporar “más tiempo”, pero un tiempo con otras características. Por ejemplo un tiempo menos lineal...

¿Un ejemplo de lo que ocurre en el mundo? Dos. Finlandia, una de las figuritas más buscada por los logros obtenidos por su modelo educativo tiene menos años de escolaridad obligatoria, menos días y horas de clase al año, menos tareas en el hogar, clases más cortas y más tiempo de recreo que sus pares de la OCDE. En el otro extremo, Corea del Sur, también ubicado entre "países PISA", cultiva la competencia, la exigencia a pleno y el máximo tiempo de estudio, logrando con ello no solo altos rendimientos escolares sino también altos niveles de agotamiento, depresión y suicidio entre adolescentes y jóvenes.
Comenzando los 2000, con información procesada por la Oficina Internacional de Educación (OIE), la UNESCO alertaba sobre algunos resultados y conclusiones diferentes a las que había arribado el Banco Mundial unos años antes (defensor a ultranza por esos años de la extensión horaria escolar dirigida a los sectores más vulnerables) relativizando lo que hasta entonces muchos consideraban afirmaciones probadas. En el estudio de la OIE hecho en base a 67 informes nacionales de desarrollo educativo presentados anualmente por los Estados Miembros concluye que el tiempo de clase dedicado a los primeros grados (3.069 horas en promedio) era mayor en países menos desarrollados (3.166, en 37 sistemas escolares) que en los más desarrollados (2.950 horas, en 30 sistemas escolares); el número de horas del primer grado en países menos desarrollados era mayor que en los más desarrollados (766 y 698 respectivamente); el número de horas promedio dedicadas a los cuatro primeros grados en América Latina y el Caribe era 3.070, mientras en Europa Occidental eran 3.017 y en Asia 3.444. Si asumimos esta hipótesis de “más tiempo de enseñanza igual mejor Educación” tenemos que asegurar que América Latina está mejor posicionada que Europa... Y sí, parece un chiste... Frente a los cuantiosos datos empíricos que demuestran lo contrario
no hace falta que digamos mucho más...
Por eso aunque a lo largo de esta última década la pregunta ha ido cambiando, perfeccionándose, refinándose, entre nosotros se mantiene inamovible: “¿más tiempo de enseñanza o de estudio en el medio escolar son garantía de mejor educación y mejores aprendizajes?” Reitero, la respuesta que hoy arrojan los estudios y evaluaciones internacionales (Pisa incluida) es “NO”, con algunas variantes que son interesantes traer al debate. Pocos explican que el aumento de tiempo debe ser sustentado con medidas integrales y de carácter intersectorial. Sin cambios en los enfoques y métodos de enseñanza, en la formación docente y en la gestión escolar, más tiempo de instrucción significa más de lo mismo, a mayor costo y sin garantía de mejora en los aprendizajes. Pues así como nos prometían hace algunas décadas que todo mejoraría aumentando la inversión en Educación y hoy nos damos cuenta que no sólo es invertir sino la calidad de la inversión, hoy nos prometen que todo mejorará si aumenta el tiempo de “exposición” de un pibe a alguna posibilidad de aprender… Posiblemente para el 2030 nos digan que no sólo es el "más tiempo"...

En otro orden, quiero remarcar una particularidad bien localista de esta propuesta de extensión del tiempo escolar: en general la propuesta del "más tiempo" está asociada a la categorización de “herramienta bendita” para los más pobres. Revisen el discurso del "más tiempo escolar" y verán que siempre se plantea la jornada completa como una solución al problema de los sectores más vulnerables... Sin embargo, visto desde esos mismos sectores, esta premisa no parece ser del todo tan clara como la plantean. A menos que pensemos la “escuela” como un elemento de control social, la medida aparece como más atractiva y útil para los sectores medios que para los pobres. Para estos últimos, el tiempo infantil también es tiempo de trabajo y de ayuda indispensable en el seno familiar. Ya sé que muchos estarán en contra pero así es... Sí, es cierto, que algunos investigadores coinciden que en los sectores más empobrecidos, la jornada completa empieza a ser vista sólo como una forma de asegurar una o varias comidas diarias, no necesariamente asociada al aprendizaje efectivo y al único lugar contenido y seguro donde dejar a sus hijos durante sus horas laborales (algo que muchas veces es esgrimido como justificativo del más tiempo escolar). De hecho, varios trabajos de investigación últimamente manifiestan la fuerte preocupación por la pérdida de calidad educativa en los sectores más pobres de la sociedad, alejándose cada vez más de los estándares buscados y la baja o casi inexistente demanda de esos mismos sectores por mejoras en este sentido, aferrándose sólo a una lógica de supervivencia dentro del sistema escolar.
Aún así, el más tiempo “a secas” se ha instalado entre nosotros con tal fuerza en los últimos años que a muchos les resulta inconcebible pensar en otras alternativas. Un ejemplo, el “mismo tiempo” o incluso el “menos tiempo" pero mejor distribuido y mejor aprovechado han sido invisibilizados por completo en el debate. Ahora bien, si el objetivo central es extender el “tiempo ocupado” de los chicos existen muchas otras posibilidades de hacerlo más allá de ese “tiempo escolarizado”… Por ejemplo, la construccción de una enorme red de servicios educativos no escolarizados, con coordinación estatal podría ampliar infinitamente la oferta de servicios educativos y recreativos, brindando nuevas posibilidades de actividades extraescolares a esos chicos y adolescentes. Centros educativos de idiomas, clubes sociales y deportivos, centros culturales, centros de apoyo escolar, juegotecas, clubes de ciencias, museos tanto estatales como privados, y hasta maestros de oficios, artesanos y diveros tipos de artistas en sus propios talleres y espacios culturales, podrían formar parte de esta red de conocimientos que amplíe el universo hoy restringido de la escuela y su formato institucional. ¿El rol del Estado? Crear las condiciones para que esta red se cree y funcione bien, para que cada nodo se potencie con los otros, asumiendo su fiscalización y supervisión y poniendo a disposición la logística necesaria para que cada chico que no pueda llegar por sus propios medios a la actividad elegida a contraturno pueda hacerlo, todos los días, desde su escuela… En las grandes ciudades seguramente los desplazamientos serán en micros especiales u otros transportes de uso exclusivo para esos pibes. En las pequeñas ciudades sin dudas será mucho más fácil. En ambos casos actividades que podrían ser rotativas y con cierta obligatoriedad, con acreditación de los conocimientos, para que cada chico pudiera probar, experimentar y tener un real acercamiento a lo largo de su biografía escolar a un mundo más allá de la escuela… Actividades con un cierto grado de formalización que no necesariamente debe ser el que la escuela actual propone… Estoy seguro que además abriría un campo insospechado de participación de la sociedad civil a partir de que cada comunidad pueda tomar intervención durante los procesos de diseño, desarrollo y enriquecimiento de la red de ofertas extraescolares, siempre con la supervisión y el control excluyente de un Estado inteligente.

Por lo tanto, nos encontramos una vez más ante el ineludible reto de "salirnos de la baldosa" para hacernos las mejores preguntas fuera de los límites que nos impone el estrecho debate, priorizando calidad sobre cantidad, analizando el qué, cómo, para qué y cuándo en vez de cuánto, liberando a la escuela de la responsabilidad de resolver problemas económicos y/o sociales de la pobreza para que se aboque a su función específica de dar las mejores e innovadoras respuestas a los desafíos pedagógicos de la enseñanza y del aprendizaje de nuestros pibes. Para eso necesitamos liberarnos de ese estricto sentido intraescolar, sectorial, hasta a veces corporativo, que nos acompaña en cada propuesta educativa que le proponemos a nuestra sociedad...

Comentarios

  1. En definitiva, ¿cuál es la mejor opción? la adaptación local, social y cultural. Creo que en principio se deben respetar las horas de clase anuales, cubrir las faltas por paros o conflictos gremiales, y elevar el nivel de enseñanza. Nuestra cultura no está preparada para más horas de clase. Pero si estamos preparados para incorporar otras distintas actividades que sumen al programa educativo.
    Como sea, algo es bien claro, ASI NO PODEMOS SEGUIR

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  2. Me gusta mucho esa red que proponés.
    " la construccción de una enorme red de servicios educativos no escolarizados, con coordinación estatal podría ampliar infinitamente la oferta de servicios educativos y recreativos, brindando nuevas posibilidades de actividades extraescolares a esos chicos y adolescentes. Centros educativos de idiomas, clubes sociales y deportivos, centros culturales, centros de apoyo escolar, juegotecas, clubes de ciencias, museos tanto estatales como privados, y hasta maestros de oficios, artesanos y diveros tipos de artistas en sus propios talleres y espacios culturales"
    ¡Divino!

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  3. interesante, ya que no existen mas "que dichos slogans sobre educación"...en mi opinión, imperfecta como tal, no se puede hacer nada nuevo, pues decadas llevan con esta mala copia de España-que dejaron de usar allá- los pibes no saben HABLAR, ya no escribir, suponiendo que hayan creado un nuevo lenguaje a travñes de la internet,RS, etc.,cuestión que no se, pues por lo menos tendrían "un lenguaje", y no, no existe, llevará años un cambio educacional, cultural, que no veré,ni tampoco verán mis hijos, tal vez los nietos,vaya ud. a saber!, en tiempos de historia unos 50 años o más, se han preocupado tanto en deshacer lo hecho, que mi excepticismo es demasiado crudo, al respecto de este tema, como del tema votar por votar lo mejor de lo peor, en fin , de cualquier manera, la preocupación de este post,es muy importante,ojalá muchos hicieran lo mismo...un saludo
    lidia-la escriba
    www.nuncajamashablamos.blogspot.com. lo invito a ver...si quiere

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  4. Para mi las preguntas centrales son: ¿Cuanto tiempo son capaces de estudiar nuestros niños? y ¿Cual es su capacidad para aprender? En mis largos años de educador veo que tanto la cantidad de conocimientos por unidad de tiempo como la cantidad de tiempo dedicado a aprender se ha reducido dramáticamente. En consecuencia considero que hay que enseñar "menos". Parece una locura, pero si reducimos los contenidos a lo esencial, es mas probable que los alumnos puedan aprender "algo" de lo impartido.
    Me encuentro a diario con alumnos universitarios que no pueden leer o escribir con un mínimo de errores. Además necesitan una calculadora para multiplicar 8 por 3 o no saben cuantos gramos hay en un kilogramo. Juro por lo mas preciado que no estoy exagerando. Entonces, de que sirven contenidos tan extensos si no se es capaz de capitalizarlos? Las madres de los niños que conozco se pasan las tardes y a veces el día buscando materiales y haciendo las tares de sus hijos, mientras que estos están en las redes sociales. De que sirve esto? Nos han dominado nuestros padres (con mucho criterio por cierto) y ahora nos dominan nuestros hijos. Quien le hará los deberes a nuestros tataranietos? Mi única esperanza es que para esa época se haya inventado un chip implantado en el cerebro que ahorra todos los esfuerzos del educando y del educador.

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