“¿Tomate qué? Tomate una escuela…”

“No hay una fórmula secreta ni perfecta para tomar un colegio, simplemente es necesario seguir un lineamiento básico, tener en claro cómo organizarse y amoldar lo que se tiene preparado a la coyuntura general, a la correlación de fuerzas, etc.” - ¿Cómo tomar un colegio? – Frente de Estudiantes Libertarios

Lo primero que tengo que decir sobre la toma de una escuela por parte de los alumnos es que no puede ser motivo de felicidad… Es incomprensible y grotesco que alguien tenga una lectura de la toma de un edificio escolar como un “triunfo de la democracia”. Creo más acertado “leerlas” como una derrota de los adultos: cuando se llega a estas instancias por parte de los pibes es que en algo nos estamos equivocando los adultos, por acción u omisión…
Dicho esto, es más fácil intentar centrarse en indagar el porqué de lo que ocurre en estos últimos días en una treintena de escuelas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Para empezar a hacerlo, me parece imprescindible “historizar” el conflicto ya que no ha nacido por generación espontánea. Para poder poner marco a lo actual hay que remontarse a los años 90. En esa década y como resultado de la implementación de la Ley Federal de Educación, la formación de nivel secundario sufrió diversos cambios, principalmente estructurales, que originaron el desdibujamiento hasta la lisa y llana eliminación de las especialidades de educación técnica y artística en 21 de las 24 jurisdicciones educativas de nuestro país. Efectivamente, la gran mayoría de las jurisdicciones aceptaron avanzar sobre cambios de planes que privilegiaron la formación general, convirtiendo esas históricas escuelas técnicas y artísticas en polimodales. Para contrarrestar las críticas por la pérdida de especificidad formativa  y con el fin de completar la formación para el trabajo de los alumnos del polimodal, la educación de este ciclo podría articularse lo que se denominaron Trayectos Técnicos Profesionales (TTP). Con este objetivo se dictaron normas sobre la posible sustitución de algunos espacios curriculares del polimodal por módulos de TTP o el cursado a contraturno de estos trayectos. Ante la conocida tensión entre la función propedéutica y la función de formación laboral de la educación media, y partiendo del hecho que la educación técnica tradicional brindaba a la vez un título profesional y la posibilidad de acceso a la universidad, hay, en general, un rechazo tácito a la idea de una educación secundaria segmentada en dos ramas: una técnicoprofesional dirigida a la formación terminal para el mercado laboral y otra académica dirigida a la universidad. Se diseñó, por lo tanto, una formación centrada en grandes áreas del saber y su aplicación, que se fuera especializando a lo largo de los tres años de duración, cimentada en una formación general de fundamento común y con una formación orientada a esas distintas áreas, complementada por trayectos técnico-profesionales, flexibles e independientes, que pudieran ser implementados en las escuelas. Se esperaba que estos trayectos, en conjunto con la educación polimodal, respondieran a las demandas del mercado de trabajo, tanto las permanentes como las provenientes de las nuevas tecnologías y organización laboral. No se pretendía una capacitación ocupacional específica, sino una formación amplia en competencias para áreas ocupacionales. Se definió entonces una educación secundaria formal con contenidos comunes de ciencias, humanidades y formación ciudadana pero que, a partir de una orientación elegida al terminar la educación general básica, fuera incorporando contenidos propios, algunos más cercanos a lo académico (Ciencias, Humanidades) y otros más aplicados (Economía y Gestión, Producción).
Pero la Ciudad de Buenos Aires en el marco de su autonomía se opuso a las modificaciones manteniendo una secundaria de 5 años y 6 años en la modalidad técnica y apuntaló una política de robustecimiento de las ofertas educativas en el ámbito de la educación artística de nivel medio. Ciertamente no sólo se opuso: también propuso. En este sentido, marcó tendencia en el marco del Consejo Federal de Educación, al cual siguió perteneciendo, volcando las experiencias de transformación de la Educación Técnica y Artística con programas como el de Transformación de la Educación Tecnológica (PROTET), entre otras acciones, que avanzaron sobre nuevas propuestas curriculares e innovaciones tecnológicas como las que se dieron en el área de la formación de la metalmecánica y la química principalmente. Los equipos técnicos de Ciudad enmarcados en una política de defensa y proposición lograron muchas veces reorientar políticas en el propio marco del Consejo Federal de Educación. Lamentablemente el cambio de gobierno en el año 2000 y la llegada a la conducción del sector educativo porteño de algunas figuras que habían participado activamente en la implementación en los cambios curriculares propuestos por la Ley Federal de Educación,  desactivaron estos programas y estas políticas… Puede que suene paradójico, pero el producto de esas políticas y programas fueron aportes sustanciosos en la reconstrucción de la modalidad técnica desarrollada a partir del 2003, “causal o casualmente” realizada por los mismos que la habían vaciado años antes.
Un dato para tener en cuenta y que demuestra el impacto de haber tomado la decisión de defender estas modalidades: a partir del año 1996 las escuelas técnicas de la Ciudad de Buenos Aires vieron incrementar su matrícula entre un 15% y un 18% por el aporte de chicos que viendo como se “desarmaban” las ofertas educativas en los partidos del Gran Buenos Aires decidieron terminar sus estudios en escuelas técnicas de la Ciudad…
Tras varios años y la aprobación de la Ley de Educación Nacional que derogó la Ley Federal, el país busca reformular un nivel que tiene una situación de difícil y dudosa resolución: el nivel secundario. ¿Está mal? De ninguna manera. Este nivel necesita urgentemente que nos ocupemos de él. Lo raro y contradictorio es que las propuestas surgidas para esos cambios, en el marco del Consejo Federal de Educación, en el fondo tengan tan pocas o ninguna diferencia con las planteadas durante los 90: se proponen cambios curriculares con fuerte énfasis en una formación más general en detrimento de la formación específica. Y eso hace un “fuerte ruido” en las escuelas técnicas y artísticas de la jurisdicción porteña. Aquellas que resistieron a su “desaparición” hoy vuelven a sufrir los embates de políticas similares a esos años…
¿Se puede estar en desacuerdo con fortalecer un mínimo de formación general para todos los alumnos del secundario en el país? No. Pero mientras que para las jurisdicciones que desguazaron la escuela técnica y artística estos cambios son medidos como avances, en la Ciudad son medidos como un franco retroceso. Más allá de la posible pérdida de la certificación de técnico (pasará ser de “bachiller orientado” o “especializado”) o en el caso de la escuela artística la discutible desaparición de la “doble certificación” de nivel medio común y medio artístico (carreras de nivel medio en danzas, bellas artes, música, cerámica o teatro) los cambios en los planes de estudio parecen terminar por sepultar las especificidades de ambas modalidades: más horas para materias de formación general (lengua, matemática, biología u otra) a expensas de horas de dibujo técnico, danza o música…
¿Hay algo por hacer? Sin dudas que hay mucho… Como jurisdicción, la Ciudad de Buenos Aires podría denunciar los acuerdos arribados en el marco del Consejo Federal de Educación, algunos de los cuales puede que haya firmado con poco tino o mínimo estudio. Debería además, en el marco del federalismo que todavía tiene rango constitucional en Argentina, liderar el pedido de inconstitucionalidad del art. 118 de la Ley de Educación Nacional que obliga a las jurisdicciones a hacer de “cumplimiento obligatorio” las resoluciones de ese Consejo. Varios han sido desde su aprobación quienes han indicado que este artículo es un avasallamiento a las autonomías provinciales… La Ciudad puede y debe resistir a la “tendencia unitaria” del gobierno nacional en materia educativa, también expresada en la formación de técnicos terciarios y de docentes a través del INFOD (Instituto Nacional de Formación Docente). La Ciudad no puede, ni debe  renunciar a tener política propia: siempre la tuvo y debe seguir teniéndola…
Mientras tanto, la Ciudad debe "hacer pesar" su autonomía. Así como defendió, y con éxito, esa posibilidad en los 90, puede y debe volver a hacerlo con propuestas en el marco de una transformación general del nivel secundario, manteniendo la formación específica en educación técnica y la formación propedéutica en el área de la educación artística, tal como lo hizo durante los últimos 16 años… No hay razón para pensar que la Ciudad no pueda hacerlo… Los mensajes no son claros y eso no es bueno… Mientras tanto los pibes siguen perdiendo días de clase por un conflicto que los adultos no pudimos, no supimos o no quisimos resolver…

Comentarios

  1. Sería tan fácil sentarse a conversar con los distintos estamentos... Pero los argentinos parece que no podemos,como decía Ortega y Gasset, ir a las cosas...

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  2. Excelente, hace meses qeu busco que alguien de la información completa y ayer tuve que leerla escrita por un alumno de la escuela Técnica N° 30 y hoy la leo más completa aquí. Gracias!

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  3. Gracias, hace varios meses que estoy buscando la info, fui encontrando de a partes, y a lo que sabía le faltaba unir todo. Tenia claro lo de la Ley Federal y lo de la ley de Educación del 2005. Pero no que eran las mismas personas.
    Ayer leí esto muy bien escrito por un alumno del ENET 30, y aqui hoy más completo excelente. Por supuesto las tomas de los colegios es un fracaso de los mayores. Una vez más!

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