Apuntes de campaña 2 - Educación: ¿Una responsabilidad colectiva de la sociedad?

En la última entrada comenzamos un debate sobre algunos posibles ejes de política educativa que podrían plantear los diferentes candidatos en las próximas campañas electorales. El objetivo es poner en el centro de la acción política el tema educativo.
Como dijimos la lista que proponemos no es definitiva, ni exhaustiva, ni excluyente. Son solo eso… posibles ejes. Sin embargo, consideramos que sin un análisis en profundidad de cada uno ellos (o de los podrían agregarse) las propuestas “concretas”, los instrumentos a los que recurren generalmente los candidatos son meros placebos que terminan por resumir un hecho social tan complejo como es el educativo.
En el primero de esos ejes nos referimos a la visión restringida que muchas veces tenemos sobre lo educativo y su reducción a la problemática escolar y la gestión de los sistemas formales.
Una de las secuelas de esta visión, posiblemente no deseada, pero perversa en definitiva, es el notorio alejamiento del centro de la acción educativa en el que aprende. En definitiva, la conceptualización de la Educación como un derecho… Pero ¿de quién?
Cuando hablamos de Educación, hablamos de los salarios docentes. Cuando hablamos de Educación, hablamos de los edificios. Cuando hablamos de Educación, hablamos del resultado de las evaluaciones de calidad… Difícilmente, hablamos del que aprende, que aprende, como aprende, para qué aprende…
Cada vez que decimos sociedad decimos Educación. Es la Educación la que crea las bases de los lazos sociales, nos da los elementos para construir ciudadanía, nos enseña la importancia de la solidaridad y el sentido de la justicia.
Casi recurriendo a Durkheim, la Educación es un compromiso que una sociedad reanuda con cada nueva generación. Como no se pide permiso para vivir, tampoco se pide permiso para educar y educarse. Por eso, en estos tiempos en que abundan las angustias y los desencantos un discurso sobre la Educación debe restituir esperanza a las nuevas generaciones. En una época de incertezas la Educación puede convertirse justamente en eso: un acto de restitución de esperanza. El conocer no es sólo la representación de lo que una cosa es en su estricta objetividad, sino descubrimiento de valor y de sentido. Conocer es penetrar en la realidad a través de sus apariencias, descubrir la verdad y distinguirla del error, aceptar la evidencia y tolerar la incertidumbre, discernir el bien... del mal. El futuro está en juego y esto nos obliga a dejar de lado todo tratamiento simplista. La Educación no es ni puede ser sólo un slogan. La Educación es una responsabilidad colectiva y social que pone como eje central el derecho del que aprende.
La sociedad, a través de sus instituciones y organizaciones y de la ejemplaridad de sus líderes, en particular, tiene una importante función que cumplir. Su participación puede tomar formas activas, como el apoyo y el reconocimiento a los que enseñan, la colaboración con las instituciones educativas, con sus proyectos, programas y actividades o el respaldo a sus iniciativas. Pero, también, puede hacerlo promoviendo tipos de comportamientos que puedan resultar dignos de ser imitados por parte de los que aprenden y de la misma sociedad en general. En efecto: resulta francamente desolador para los buenos educadores comprobar, con más frecuencia de lo esperable, que los modelos de comportamiento que ellos promueven sean refutados, de hecho, hasta por personas, entidades y organizaciones con fuertes responsabilidades sociales y políticas. Desde la política principalmente hasta el deporte, desde las acciones cotidianas de los medios pasando por el mundo de la cultura o del trabajo se encuentran pruebas de lo dicho. Aceptado por todos en un sistema de vida democrático, el valor de la libertad de pensamiento y de expresión, deberían tomarse las medidas acertadas para que el ejercicio responsable de estos derechos no vaya en detrimento de la formación de las jóvenes generaciones. Fundamentalmente en los poderes del Estado mostrando un modelo de ejemplaridad en las conductas para que sirva al objetivo de la mejora de nuestra sociedad.
Por otra parte, sustraer la educación de todo pragmatismo cortoplacista, darle entre todos su sentido social más amplio debería ser otro de los objetivos a lograr. Crear las condiciones para ello, la tarea de un Estado. Conducir ese proceso la tarea de un gobierno. En ello radica el verdadero progresismo. Hoy es de uso común afirmar que la Educación debe ser una Política de Estado. Para que este discurso se concrete es necesario que la política educativa sea pluralista, recupere las “buenas viejas” prácticas de la historia de sus instituciones e incorpore novedad e innovación, imprescindibles para mantener su sentido social. Replicar una y otra vez las mismas recetas no es mesura y cautela. Seguir por el camino que recorrimos los últimos años es ser conservador.
Educar es ofrecer saberes: saberes para entender, para hacer, para crear, para inventar, para trabajar, para soñar, para vivir con “el otro” en paz, saberes para poder pensar y accionar sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea, a partir de sólidos principios éticos y criterios morales.
Una sociedad democrática es, por definición, una sociedad de aprendizajes compartidos, definición que se vincula con la acción de un Estado que dispone de todos sus recursos, especialmente del más rico e importante, su gente, como una red de servicios que moviliza todas las capacidades educativas, científicas, tecnológicas y culturales en pos de la mejora constante de la calidad de vida de sus ciudadanos.
En síntesis, centrar la política educativa en el derecho del que aprende, educar como responsabilidad colectiva y social, comprometer con una decisión y la obligación de los adultos a enseñar es parte del desafío.... Del desafío de todos...

Comentarios

  1. Bernardo Wasinkievich2 de febrero de 2011, 19:55

    Muy bien Flavio, la habitualmante buena y abundante producción de propuestas educativas por parte del radicalismo nunca será mucha. Es necesario seguir produciendo definiciones en la materia suceptibles de ser aplicadas en un futuro muy cercano,en el cual nos encontraremos con toda probabilidad con grandes responsabilidades de gobierno en todos los niveles. La obra reparadora que hay que hacer en este plano es inmensa y requiere voluntad, imaginación y aún coraje casi sarmientinos. En esto también, como decía Raúl Alfonsín, es imperativo ponerle una bisagra a la historia.
    Saludos, felicitaciones y adelante con la tarea. Bernardo wasinkievich - La Plata.-

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  2. Muchas gracias por tus palabras Bernardo. Un gran abrazo

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