Apuntes de campaña: Más allá de lo que piensan los candidatos...

Argentina 2011. Año electoral, con un insensato calendario que se extiende hasta el 20 de noviembre (si es que hay ballotage) entre elecciones locales anticipadas a gobernadores e intendentes y las “Internas abiertas, obligatorias y simultáneas” del 14 de agosto –únicas fechas seguras de la agenda– que pondrá a prueba asiduamente posiciones y posibilidades de los candidatos (hoy precandidatos). Extensas, pero casi con seguridad, las campañas no generarán el debate sobre el país, ciudad o pueblo que queremos construir. Hay quienes intentarán evitar ser atrapados por este escenario. Aún así, el “ruido blanco” de las peleas casi personales y las operaciones mediáticas naturalizadas acallará esas voces.
En este marco sostenemos que el tema educativo “no mueve el amperímetro” de las campañas y que el discurso sobre Educación, con la ayuda de intelectuales y asesores de imagen, se convierte en algo “resbaladizo”, donde prima “lo políticamente correcto”, plagado de “medidas instrumentales” y descontextualizadas. Sólo herramientas que suenan bien al oído del “consumidor-votante” pero carecen de bases programáticas y en la práctica esterilizan el verdadero debate a darnos.
¿La Educación es un aspecto más en las políticas de gobierno u ocupa el lugar central dinamizador para el desarrollo de Argentina? Acorde a la respuesta que nos demos será el rol que le asignemos a la Educación en el programa de gobierno y por ende su correlato en la campaña electoral. La respuesta rápida del candidato será que la Educación debe ser “una política de Estado”. A partir de allí el discurso languidece…
Si se elige el lugar central de “lo educativo” ¿Qué debería decirse en campaña? Queremos que se tome este aporte como lo que nos gustaría que ocurriese. La idea central es ampliar las fronteras del debate y utilizar la campaña como un momento de aprendizaje colectivo. Una “campaña pedagógica sobre los desafíos de la Educación”. Para ello, proponemos un posible listado de ejes ordenadores (no excluyente, ni definitivo) que podrían tenerse en cuenta a la hora de la generación de propuestas. Intentaremos aquí desarrollar un primer eje, para nosotros medular, quedando para futuras entradas otros, de no menor importancia. 

Educación, más que escuelas…
Es usual verificar en el discurso de los candidatos (y en las acciones si llegan al gobierno) la reducción de lo educativo a lo meramente escolar. Sistema educativo y sistema escolar suelen utilizarse como equivalentes lo que entraña una visión escuela-céntrica, que reconocemos tiene profundas raíces históricas y culturales.
Es así, entonces como:
  • el “derecho a la educación” se entiende como derecho a acceder o permanecer en la escuela, solo centrado en la infancia y la adolescencia;
  • las “estadísticas educativas” oficiales se centran en la educación escolarizada. Otras ofertas y procesos educativos realizados en contextos no escolarizados siguen prácticamente ignorados;
  • las “reformas”, “transformaciones” o “revoluciones” educativas suelen ser sólo escolares, pensadas para modificar, desde la institución escuela, el sistema “oficial” y “formal”, con escasa atención a la demanda educativa de alumnos, padres, comunidades y otros actores de la sociedad;
  • por último, las reformas tienden a ocuparse exclusivamente del sistema escolar público (¿asumen por defecto que éste es el que frecuentan los pobres y el único que requiere mejorarse?) y refuerzan estereotipos y dicotomías (“educación pública es mala y educación privada es buena”) que no se corresponden con la realidad.
Como se ve, dar respuesta política a este cambio encierra un sinfín de nuevos desafíos no contemplados por la visión centrada en lo escolar.
Hay Educación “más allá de la escuela”…
Lo cierto es que el campo educativo se ha ampliado notablemente dejando atrás a la “escuela” como la única alternativa de aprendizaje, aunque para la mayoría siga siendo su opción más cercana.
Construir puentes entre los múltiples sistemas y espacios de aprendizaje, es esencial para el propio fortalecimiento de la Educación y para delimitar mejor el papel específico que le toca asumir hoy a “lo escolar”, en cada contexto y en el marco del aprendizaje a lo largo de toda la vida. Es –siempre lo fue por muchas razones– imposible exigir que la escuela resuelva todas las necesidades de aprendizaje de las personas. Cómo plantea María Teresa Sirvent: “Se hace imperioso, entonces un cambio radical de la política educativa, que debe ser pensada desde la perspectiva de la educación permanente. La educación permanente supone una política de Estado global y no meros agregados o modificaciones parciales de la actual política educativa. Cuando hablamos de Educación Permanente nos referimos a una concepción integral o totalizadora de lo educativo donde se destaca la relación e interacción entre los universos de la escuela y del más allá de la escuela. Desde esta visión se asume la posibilidad de la constitución de una red o trama que articule los múltiples recursos educativos de una sociedad, a fin de atender a la necesidad y el derecho a la educación de los grupos sociales y de los individuos a lo largo de toda la vida”.
Una visión ampliada y diversificada de lo educativo con una propuesta inclusiva que conjugue todas las edades y diversos medios de aprendizaje y desarrollo personal necesita romper con el marco de referencia basado en esquemas binarios del tipo dentro/fuera, formal/no formal, curricular/extracurricular, niños/adultos, familia/escuela, escuela/entorno, presencial/distancia. La Educación como un proceso integrador de múltiples formas y experiencias, ajeno a dualidades que desvirtúan su naturaleza.
La visión educativa “limitada por paredes” anula las posibilidades de crear condiciones para que se construya un continuo educativo diverso, integrador y flexible. Cimentar ese continuo que cree vasos comunicantes entre todos los ámbitos sociales, geográficos, económicos y culturales facilitará y volverá más efectivas las políticas públicas destinadas a alcanzar el desarrollo y eliminar la pobreza. Innovar no es fácil. Los desafíos son complejos pero necesarios. Uno de ellos: avanzar con cierta urgencia en la identificación, coordinación y armonización de las expresiones educativas no formales e informales que, hasta el presente, han vagado por el campo educativo con pocos puntos de encuentro entre sí y con el sistema formal. Las redes sociales, las ongs, las asociaciones profesionales, las organizaciones empresariales, los movimientos ecologistas, los sindicatos y gremios, los medios de comunicación (que deberán asumir su papel educador), etc. son algunos ejemplos. 

¿Es el fin la “escuela”?
De ninguna manera. La escuela, casi por inercia, limita su campo de acción a los horarios y cree que los procesos de enseñanza y aprendizaje son exclusividad de las aulas. La tecnología pareciera difuminar las barreras tiempo-espacio, por lo que una ajustada implementación de la misma podría facilitar la transformación de las organizaciones educativas formales.
Una nueva escuela que no tenga limitaciones horarias ni requiera forzosamente de espacios físicos; que no se aleje de la realidad sino que se alimente de ella y se mantenga en un diálogo constante con lo social; que reduzca las brechas e incremente el dinamismo entre todos sus miembros.
Porque no se trata de sustituir la interacción presencial por espacios virtuales, sino de ampliarla mediante mecanismos que respondan al criterio de que la escuela no es el edificio. La escuela está conformada por personas que pueden convertirse en constructores de aprendizajes compartidos. Es cuestión de planificar y facilitar los espacios y los recursos técnicos y humanos para que ello ocurra…

¿Un Estado en “estado de educación”?
Finalizando, pensar y accionar de esta manera es dar una perspectiva de centralidad a la educación como la mejor inversión del país para construir un futuro diferente, así como el papel que ésta ha de jugar articulándose debidamente con las políticas públicas, de manera que se llegue a inaugurar un Estado “en estado de educación”: un Estado en el que las políticas públicas se interconectan apoyándose y/o ayudándose entre sí políticas económicas, con las de salud, con las culturales, con las sociales o las educativas. Por lo tanto, no alcanza con que la educación conforme un continuo “ad intra”. Se requiere que tal continuo también se articule con el continuo “ad extra”, con el país, la provincia, la ciudad entera... En síntesis la construcción de políticas integradas que den respuesta unificada a los diversos problemas sociales y desafíos que tenemos por delante.
Queda en manos de los candidatos la posibilidad de transformar estas ideas en propuestas concretas para en paralelo, educar un electorado…

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