Iguales y diversos - Comparaciones y paradojas

“…Es una pieza cuadrada de 4 metros por costado y sirve para todo: es la alcoba del marido, de la mujer y de la cria, 5 o 6 chicos debidamente sucios; es comedor, cocina, despensa, patio para que jueguen los niños, sitio donde se depositan los excrementos temporalmente, depósito de basura, almacén de ropa sucia y limpia si la hay, morada del perro y del gato, depósito de agua, almacén de comestibles, sitio donde arde de noche un candil, una vela o una lámpara; en fin, cada cuarto de estos es un pandemonium donde respiran contra las prescripciones higiénicas, contra las leyes del sentido común y del buen gusto y hasta contra las exigencias del organismo mismo, 4, 5 o más personas".
Esta descripción publicada en 1914 es de Eduardo Wilde. Médico sanitarista, escritor y político argentino de extracción autonomista. Wilde fue un detallista, con un ojo puesto en el deterioro de la higiene de la típica vivienda de los trabajadores de finales de siglo XIX: el conventillo.
El Censo Municipal de 1904 registró que un 22% de conventillos en la Ciudad no tenía baño. En un total de 950.891 habitantes de la ciudad, 138.188 (14,5%) vivían en las 2.462 casas de inquilinato (56 persona/casa).
La vivienda es un punto débil del capitalismo desde su expansión y las ciudades parecen no haberlo resuelto. Con un Estado al margen, la carencia y la gran necesidad de vivienda se tradujeron en alquileres imposibles de pagar por las familias trabajadoras. Encontrar dónde vivir en Buenos Aires fue uno de los problemas que debieron resolver los inmigrantes italianos, españoles, sirios-libaneses, rusos, polacos… Así se vieron obligados al hacinamiento. Sin embargo, la vivienda no fue una reivindicación sino hasta principios del siglo XX…

“La huelga se ha iniciado en los conventillos de la calle Ituzaingó 279, 325 y 255 y ha repercutido entre otras en las siguientes casas: La Cueva Negra, sita en Bolívar entre Cochabamba y Garay; Las Catorce Provincias, Piedras entre Cochabamba y San Juan; Campos Salles, Industria entre Patricios y Azara, y otros cuyos nombres aún no sabemos pero que están ubicados en Humberto 1ª entre Pasco y Pichincha”… “Nuestra divisa contra la avaricia de los propietarios debe ser: No pagar el alquiler". Así pregonaba, el diario La Protesta, el 13 de septiembre de 1907 lo que terminaría convirtiéndose en “La huelga de inquilinos”.
El epicentro del conflicto: San Telmo, La Boca, Barracas, Socorro y Balvanera, por la mayor proliferación de conventillos, con réplicas en Rosario, Bahía Blanca y otras ciudades del interior. Experiencias similares se habían dado (y se siguieron dando) en varias ciudades de Europa: Barakaldo y Sestao, ayuntamientos del Gran Bilbao, en 1905, donde 2000 familias paralizaron parcialmente la actividad económica durante un mes. Siguieron Budapest (1907), Viena (1911), Glasgow (1915), Sevilla (1919), Barcelona (1930) y Tenerife (1933), entre otras.
En Europa la negativa a pagar el alquiler tuvo consecuencias directas: por primera vez la vivienda fue tratada como un derecho social. En Buenos Aires, con diferente resultado, las movilizaciones fueron muy numerosas y de extensión significativa en el tiempo. Se dejó de pagar los alquileres en busca de mejoras en las condiciones de vida, rebajas en los precios y/o la construcción y el acceso a viviendas públicas.
A partir de 1853 nuestro país manifestó la intención de constituir una sociedad abierta. Se convocó a los hombres de buena voluntad, se les aseguró libertad civil y derechos políticos si se naturalizaban. No se preguntó origen étnico o creencia religiosa: bastaba la sola voluntad de habitar el suelo argentino. Se entendía que traerían distintas costumbres, ideas y tradiciones, que la integración sería natural y espontánea. Pero a fines del siglo XIX, la situación cambió: la sociedad local se hizo cada vez más conflictiva. Como plantea Lilia Bertoni “muchos cambiaron el credo de la tolerancia por él de la desconfianza. Acusaron a los “malos extranjeros” -en principio sólo anarquistas o socialistas- y reclamaron unidad y no diversidad y pluralismo”. Lo que había sido la discriminación hacia la población indígena, ahora se trasladaba al inmigrante desagradecido. Para momentos de conflicto y de crisis siempre es bueno tener a mano alguien que exculpe las propias incapacidades…
Hace unos días fue noticia la ocupación ilegal del Parque Indoamericano y el terreno de un club en Villa Lugano, en el sur de la Ciudad de Buenos Aires. Parte importante del debate se centró en cuestiones migratorias, luego de que el Jefe de Gobierno, Mauricio Macri culpó al gobierno nacional por las políticas que lleva adelante en la materia y, según él, sus consecuencias: la gran presencia de ciudadanos bolivianos, paraguayos y peruanos en las llamadas eufemísticamente “villas de emergencia”. Una posible solución arribó cuando gobierno nacional y local parecen haberse puesto de acuerdo y lograron la desocupación del predio. No sin antes llegar al punto extremo de que tras  confrontación de vecinos y ocupantes, tuviéramos la suma de tres evitables muertes
Ambos gobiernos posiblemente ignoran que éste es un problema de las “ciudades”, en especial de las “megaciudades”… En suma, un problema histórico con comunidades de inmigrantes o minorías étnicas. Buenos Aires y el conurbano forman una de esas megaciudades en el mundo actual con alrededor de 14 millones de personas según el último Censo 2010.
Un artículo publicado por el Lincoln Institute of Land Policy muestra que el fenómeno de la formación de asentamientos informales ha aumentado su escala en las últimas décadas en diversas ciudades y megaciudades del mundo. “Favela” en Brasil, “chabola” en España, “slum” en la India, “ciudad perdida” en México o “pueblo joven” en Perú son las diversas maneras de denominar a los asentamientos informales en ciudades importantes de esos países. “Un mercado informal floreciente proporciona alternativas de vivienda para familias pobres, de clase media e incluso de ingresos elevados en muchas ciudades donde las sanciones por informalidad son laxas y el acceso al suelo es limitado en el núcleo urbano y está en manos privadas en las áreas periféricas”, afirma uno de los informes.
Raúl Fernández Wagner , urbanista de la Universidad de Gral. Sarmiento explica que el fenómeno de la “ocupación ilegal de tierras” no es nuevo. Lo novedoso en el caso del Indoamericano es que el actor de la ocupación es “inquilino” en la villa.
Esta novedad delimita un par de puntos de encuentro entre ambos sucesos históricos:
1.- En ambos casos sucede con inmigrantes que buscan mejorar su calidad de vida accediendo a servicios que sólo brindan las grandes ciudades. Es cierto: la actual inmigración no es europea. Pero las crónicas de principios del siglo pasado demuestran que el europeo llegado a esta tierra tampoco era tratado como “igual”. Diversas formas de discriminación subyacen en algunos discursos casi xenófobos de la política y la sociedad local de la época. Posiblemente una diferencia importante es que esos discursos no eran “oficializados”, casi irresponsablemente, por funcionarios encumbrados del gobierno…
2.- En ambos casos existe ausencia de una verdadera política habitacional. O como plantea el Lincoln Institute, y con matices Fernández Wagner, en el marco de una política de "suelo"… Como se ve esa respuesta, para el caso porteño, tendrá que ser un poco más plural, diversa y segmentada. Sectores excluidos, pero también sectores medios bajos o jóvenes –varios de ellos muy probablemente descendientes de aquello huelguistas de 1907– tienen fuertes problemas de acceso a la vivienda.
Por lo tanto, la solución parece un poco más compleja que las que intentaron hasta el momento ambos gobiernos, peleándose entre sí o atacando signos y síntomas y no las causas del problema...
Finalizando, una peculiaridad: Eduardo Wilde es considerado por algunos historiadores un conservador costumbrista que apoyó el equilibrio y el statu quo de los años posteriores a la campaña al desierto y al gobierno de Roca. Y aunque algunos vean en Mauricio Macri al posible creador de una “nueva derecha” y sucesor de Roca (expresó su admiración personal) la vida es pura paradoja: Wilde, siendo hijo de un inmigrante inglés, nació en Tupiza, departamento de Potosí… ¡Wilde era boliviano! Una cosa más: fue Ministro de Instrucción Pública de Roca. Desde allí bregó por la aprobación de la ley de educación común, gratuita, obligatoria y laica: Ley 1420, una de las varias herramientas implementadas por esa generación política que logró que un nieto de esos inmigrantes europeos que vivían en los conventillos hoy escriba este blog…

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