Presupuesto y voluntad política

¿Cómo mantener la voluntad política sin cumplir con el presupuesto?

El martes 9 de noviembre pasado y en el marco de la ronda presupuestaria 2011, el Ministerio de Educación de la Ciudad hizo su presentación ante los legisladores. Este dispositivo institucional, aún devaluado por diversos motivos, convierte al momento del año en algo muy interesante. En el marco de estas reuniones se presentan las líneas de gestión a llevar a cabo. Las áreas –en este caso Educación– tienen la posibilidad de realizar una memoria y balance de la gestión anual, mostrar el nivel de ejecución presupuestaria, expresar la coherencia o incoherencia entre lo hecho y lo propuesto. Todo esto con la participación de los legisladores que poniendo “en tensión” las acciones del ejecutivo garantizan un contexto bien “republicano”. En la práctica concreta mucho depende de la calidad de las presentaciones de los funcionarios y del trabajo de los legisladores pero siempre es un espacio que, bien aprovechado, puede servir para obtener precisiones, construir en conjunto políticas o plantear posibles correcciones al proyecto del ejecutivo.
Algunos funcionarios del ejecutivo o legisladores conciben esta actividad como un espacio con lógica “ganar-perder”. Siempre habrá después centímetros de diarios o segundos de televisión en los que unos quedarán mejor parados que otros. Igual es común que, más allá de las características personales, los ministros salgan airosos del convite… aunque algunas veces se filtren algunas inconsistencias en las propuestas. Las confecciones del presupuesto de cada área, de menor calidad que anteriores gestiones, provocan en estos últimos años algunas “incomodidades manifiestas” de parte de los funcionarios del Ejecutivo. Últimamente encuentran ciertas complicaciones al momento de tener que explicar debilidades técnicas presupuestarias o ligerezas en las líneas de acción y, donde algunas de ellas, se van desdibujando con el correr de la gestión y la ejecución presupuestaria anual. Igualmente, el hecho de que los ministros tengan que realizar esta ronda de conversaciones previo a la aprobación del presupuesto, por sí solo, es siempre muy auspicioso...
Ésta última, la del martes 9 de noviembre no ha salido de la regla general. “Ausente y con aviso” una verdadera propuesta de política educativa para la Ciudad (¿que educación quiere el macrismo para los porteños?) el centro de la presentación estuvo casi en un ciento por ciento ligada a lo que definimos como “condiciones materiales”… Notebooks, edificios escolares, condiciones laborales de los docentes fueron los temas excluyentes de la exposición… Pero durante esta presentación el ministro Esteban Bullrich sugirió un concepto preocupante que puede pasar desapercibido para un oyente no muy atento. Ante una pregunta de la Diputada Diana Maffía de la Coalición Cívica referida a la baja ejecución presupuestaria de un área en particular –existen varias pero no es el centro de nuestra nota– el ministro contestó que en realidad la voluntad política no se expresa en el presupuesto sino en las acciones cotidianas. Imagino que el ministro tuvo que dar esa respuesta ante la incuestionable demostración de que varias de las partidas de su ministerio, entre las que se encuentra Educación Sexual –motivo de la pregunta– tienen  una notoria subejecución presupuestaria. La ejecución en este programa no llega al 1%. Existen varias otras como la de Construcciones cuya proyección, a diciembre de este año, puede ser la peor de los últimos cinco.
Ahora bien, si el presupuesto, propuesto, aprobado o ejecutado, no demuestra la voluntad política de un gobierno ¿cuál sería entonces la herramienta que sí lo demuestra? Nosotros todavía no la encontramos. Prometemos seguir buscando las otras. Pero como ya planteamos no dudamos que el presupuesto es la herramienta por excelencia para verificar voluntad política de un Ejecutivo.
Por consiguiente estamos obligados a revisar el concepto de “voluntad política”, para entender un poco lo que quiso decir el ministro.
La voluntad es fundamental para el ser humano. Es la capacidad para llevar a cabo acciones contrarias a las tendencias del momento. Sin voluntad no se pueden lograr objetivos planeados. Es un concepto difícil y muy debatido por la Filosofía, especialmente cuando aborda cuestiones referidas al libre albedrío. Platón, Schopenhauer, Nietzche son parte de los muchos que a lo largo de la historia de la filosofía intentaron explicar este concepto.
Pero es Jean Jacques Rousseau el que introduce y define este concepto de “voluntad general” en El Contrato Social como la suma de los intereses que el pueblo tiene en común. Hasta ese momento el bien común, interpretado por el gobernante, había sido la guía de actuación en cualquier sistema político. Incluso en la monarquía absoluta, la voluntad del rey era ley, sólo sujeta al juicio de Dios. Hoy la voluntad general sigue siendo fundamental para entender la toma de decisiones en una república con democracia. Aparte de los intereses comunes, los hombres tienen intereses especiales, diferentes, propios de su persona o de grupos a los que pertenecen. Esos intereses configuran la voluntad particular, que no constituye la base de un buen gobierno sino sólo la de una “facción”. Esta mayoría convergente de voluntades particulares recibe en términos roussonianos el nombre de “voluntad de todos”.
Se plantea entonces un problema político práctico: nadie sabe en verdad cual es la voluntad general en sí misma. Así se recurre a un artilugio jurídico: se considera que la Asamblea de los representantes elegidos por el pueblo, al tomar sus decisiones, manifiesta la voluntad general en el mismo momento en que la construye. Es importante que no se considere la voluntad política sólo como la voluntad de los políticos, ni de quienes participan de manera activa en la vida política de una nación. Podemos considerar, entonces, la creación de una voluntad política como fruto de la articulación de la participación del conjunto de la sociedad a través de sus representantes.
Estamos seguros que no fue intención del ministro menospreciar el concepto de voluntad política. Sabemos de su mirada y convicción republicana. Sin embargo el estilo general del gobierno macrista tiende a estas desviaciones y muchas veces, en el día a día, es difícil diferenciarse del marco general.
La confección metódica y sólida de un presupuesto más su efectiva ejecución son parte fundante de la observancia de la propia Ley de Presupuesto. En gestión siempre surgen inconvenientes, imprevistos y condicionantes para lograr las metas y objetivos pero nunca se debe renunciar al cumplimiento del presupuesto porque se incumple con la ley. Será finalmente la buena o mala gestión la que logre o no sortear los obstáculos. En definitiva como ley es la “voluntad política general” –aquella de la que hablaba Rousseau– aprobada  por el parlamento, en este caso, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Después quedará en el pueblo premiar o castigar a una gestión con su voto. Aún sabiendo que muchas veces el pueblo premie, por falta de información u otros motivos menos comprensibles, a los que incumplen con la ley.

Comentarios

  1. Muy didáctico el profe Buccino para explicar algo tan importante y complejo!!!!!

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  2. Estaba buscando otra cosa en msn y di con tu blog.Por cierto muy buenos articulos

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