El fenómeno Twitter y la tensión “posible-imposible” que genera el poder expresar una idea relevante y en castellano en sólo 140 caracteres.

El ciberespacio ha ayudado a acelerar la ruptura del concepto del espacio-tiempo. Internet y la aparición de las redes sociales es vista como una de las nuevas formas de relacionamiento humano (para algunos “deshumanizado”).
Twitter pareciera ser “un signo de los tiempos”. A estas alturas, prácticamente todo el mundo conoce Twitter (o escuchó sobre él), la plataforma de microblogging por excelencia. Se llama microblogging porque permite un máximo de 140 caracteres por cada intervención.
Pero, ¿Se puede expresar una idea relevante en castellano en 140 caracteres? Debo hacer un par de aclaraciones previas. Primero, intentaré avanzar en este análisis con el mayor nivel de objetividad posible (aunque si vuelven a leer el título del presente texto verán que utiliza sólo 140 caracteres y me ha costado tanto “llegar” a él que empiezo a dudar desde el arranque). Segundo, sólo será un primer paso en la construcción de una “posible respuesta”, inacabada, momentánea e incompleta, como todo lo que nos ocurre últimamente a los seres humanos (a pesar de Fukuyama).
La “historia oficial” sobre el “número mágico” está ligada a los límites de los Short Message Service o SMS. Estos fueron pensados en solo 160 caracteres porqué las redes móviles eran mucho más limitadas 25 años atrás, fecha en que se diseñaron.
¿Cómo decidieron los creadores de Twitter el límite de caracteres? Puede que sea una pregunta común en los usuarios de las redes sociales, y la respuesta no es muy científica que digamos. Para responder, debemos hacer un viaje “en el tiempo y en el espacio”, casi tres décadas atrás, en Alemania. En 1985 un investigador llamado Friedhelm Hillebrand, hizo un experimento. A solas, en una habitación de su casa en Bonn,  Friedhelm se sentó en su vieja máquina de escribir, tecleando frases aleatorias y preguntas en una hoja de papel. Luego en el Centro de Investigación de Comunicaciones analizaron estas sentencias, contaron las letras, números, espacios y signos de puntuación y adivinen ¿Cuántos caracteres obtuvieron?... No, obtuvieron 160. Así fue como llegaron a la conclusión que 160 caracteres eran suficientes para una nueva manera de comunicarse: nacía la base del mensaje de texto o Short Message Service (SMS).
"Esto es perfectamente suficiente," recuerda haber pensado Hillebrand durante ese momento de iluminación. "Perfectamente suficiente"...
Twitter, más tarde, reservó 20 de esos caracteres para poder incluir el usuario en el mismo texto y así no tener que dividir un SMS en varias partes. De esta manera llegamos al “número mágico” de 140.
Los creadores de Twitter, Jack Dorsey y Biz Stone, o mejor dicho @Jack y @Biz para que me entiendan los “twitteros”, se dieron cuenta que para crear una red basada en los mensajes cortos, debía aprovecharse el formato del SMS.
Acá hagamos nuestra primera posta. Como verán en ambos casos (uno alemán, el otro inglés) el idioma “nativo” no es el castellano. Alguno dirá por ahí; “pero generalmente estas tecnologías no han sido pensadas en castellano”. Cierto. Pero, no es menos cierto que, al haber sido pensadas “en sajón” es posible que este hecho se convierta en un fuerte condicionamiento para expresar ideas en el idioma castellano (hablo de ideas relevantes, bien expresadas y con contenido).
Debo ser sincero: es todo un reto, por lo menos para mí. Escribir algo realmente relevante, bien expresado y con cierto contenido, sólo con 140 caracteres, puede ser un filtro para muchos (entre los que me incluyo) y obliga a un poder de síntesis al cual sólo arriban aquellos que poseen cierto “don” o se hiper-entrenan para lograrlo.
Para muchos promotores de la red social, este motivo, el de utilizar “sólo 140”, es uno de los puntos claves que han hecho que Twitter se haya convertido en más que una red social, en una herramienta de información y comunicación. Debo confesar que esta última parte de la afirmación me llena de dudas.
Para ellos, los que lo promocionan, otra ventaja importante de los 140 caracteres es el volumen de ideas e informaciones quefluyen” en Twitter. Aseveran que los usuarios prefieren publicar varios mensajes cortos durante el día, cada uno con su propia idea, que publicar unos pocos mensajes largos y complejos que al final de cuentas tal vez no serán leídos completamente. Además los mensajes largos no serían prácticos a la hora de ver tu timeline (los mensajes que ves a simple vista cuando abrís el Twitter), ya que sólo podrías ver unos cuantos por página antes de cargar más.
Y es posible que así sea. ¿Acaso los diarios no han tenido que “contratar” a los mejores tituladores para sintetizar de cada noticia lo central (para la línea editorial) ya que muchos leemos sólo los títulos? Cuestión de comodidad, de pereza…
Ahora, ¿es posible aprehender la realidad con proposiciones de 140 caracteres o es otra forma de “construir una realidad” pero con muchísimas menos palabras?
Están suficientemente expuestas, por diferentes ramas de la ciencia y la filosofía, las relaciones simbióticas que tienen palabra, pensamiento y realidad. Dicho en la forma menos académica posible y, por la inversa, cuanto menos palabras manejamos, menos pensamos, menos entendemos la realidad que nos toca vivir, menos podemos transformarla.
Ahora bien, esta limitación de caracteres es uno de los problemas a los que  normalmente nos enfrentamos todos los usuarios de Twitter. Ello obliga, la mayoría de las veces, a sintetizar nuestras intervenciones y puede dar lugar a malas interpretaciones del contenido de los twits (mensajes enviados en Twitter). Este parecería ser uno de los mayores peligros, ya que esa limitación, en un mundo virtual, donde no existe o está restringido al máximo el contacto físico, puede dar más de un dolor de cabeza y puede llegar a provocar disgustos descomunales o reprobaciones infundadas por una incorrecta exposición y lectura de los argumentos exhibidos.
En todo caso, mientras nos limitemos a usar Twitter sólo para comunicar hechos, que no puedan tener connotaciones subjetivas, estaremos incorporando sabiduría al mundo virtual, normalmente mediante enlaces que nos aportan una información más amplia (en la actualidad ya es extraño que no se incorporen direcciones web comprimidas en algunas de las intervenciones que hacemos). En cambio, cuando expresemos opiniones personales o tratemos de temas polémicos, nos encontraremos con respuestas, muchas de las cuales, debido a la limitación de los caracteres, pueden llegar a ser hasta ofensivas e incluso llegar a rozar la mala educación. Ello debido, no a la mala fe de la persona que responde, sino a que un diálogo, asíncrono y limitado en palabras por intervención, puede llegar a dar una sensación de conversación en una discoteca, oscura y con la música a todo volumen, ya entrada la madrugada (y creo que todos entienden de que hablo).
A modo de conclusión, no final por supuesto, sobre el tema revisé en la web, diferentes encuestas virtuales sobre el uso de Twitter y la aceptación o no del “naturalizado límite de los 140”. Mi hipótesis inicial, destruida por completo: (les soy sincero, me siento mucho más cerca de aquellos que se oponen al “corcet 140” que a los promocionistas) en todas las compulsas a las que tuve acceso más del 60% de las respuestas afirman que “140” son suficientes y hasta algunos pocos lo plantean como excesivo.
La pregunta que me queda: ¿tendremos tan poco para comunicar o servirá sólo para los pocos capacitados que puedan expresar algo interesante en tan pocas palabras?
En principio, el tiempo y el buen o mal uso tendrán la palabra. Sólo nos queda apostar a que la sociedad haga un verdadero esfuerzo para que todos obtengan la competencia de comunicar (pero en serio) de esta manera. ¿Imaginan cuál es la herramienta para ello?

Nota: conste que para poder expresar lo que leíste (incluida esta nota) utilicé 8012 caracteres. Algo tendrá que ver la (mi) limitación…

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