Transformarse o ser irrelevante: ¿el destino de la escuela?

Y el maestro ¿dónde está?
Desde la antigüedad, la educación ha tenido un desafío básico por resolver: ¿Qué estrategia darse para enseñar? De las múltiples respuestas posibles la que encontró su máxima expresión fue el vínculo entre maestro y alumno: una  relación que se desarrolló a lo largo de veintisiete siglos.
Cinco siglos antes de Cristo, con la "lección magistral unilateral" como técnica enfrentada a la "lección dialogada" de Sócrates, los sofistas dieron los primeros pasos en la construcción de esta sociedad. Después Platón en su Academia, Aristóteles en su Liceo, Epicuro en su Jardín y el estoico Zenón de Citio en su Pórtico enseñarían sustentados en la grandiosidad de sus ideas y de su genialidad individual.
Pero fue en el siglo XVII y XIX donde se constituyó la institución escuela como la fórmula ideal de la educación en todas partes del mundo. La escuela fue uno de los actos de imaginación superlativa de la modernidad. Pensar una institución a la cual concurrieran todos los niños a aprender ciertos saberes, con personal preparado para enseñar, fue  un desafío a todo lo preestablecido.
Desde allí la pregunta se completó ¿Cómo enseñar a muchos al mismo tiempo? La necesidad moderna de formar un sinnúmero de personas en simultáneo, cambió la escala del desafío. En términos de Pablo Pineau: “la modernidad dijo ‘esto es educación’ y la escuela respondió ‘yo me ocupo’. A partir de allí, opina el mismo autor, “nos es muy difícil ver a la escuela como un ente no fundido en el “paisaje” educativo, lo que probablemente sea la mejor prueba de su construcción social como producto de la modernidad”. En síntesis, un modelo “uno a muchos” representado por el maestro, los alumnos, un espacio físico denominado “aula” o “escuela”, un contenido a transmitir, algún tipo de tecnología que ayude en esa transmisión…
Pero, ¿qué tan “natural” seguirá siendo la escuela en este paisaje?
Inés Dussel en una nota de opinión en la Revista Ñ del 22-12-2007 cita las conclusiones de un informe de la OCDE en el que se realiza un ejercicio prospectivo de la escuela. Allí se describen tres posibles escenarios para un futuro no muy lejano del devenir de esta institución:
  • Escenario 1: La escuela sigue más o menos igual que ahora;
  • Escenario 2: La escuela se transforma;
  • Escenario 3: La escuela desaparece
Este debate recorre el universo educativo en varios países desde hace un tiempo. ¿Hasta cuándo la escuela será lo que conocemos? ¿Qué transformar? ¿Qué conservar? En Argentina, en los sectores de la política, no hace mucho que empezamos a poner atención en lo que tan bien describieron Lyotard, Touraine, Bauman, Lipovetsky y otros y en el impacto que esos cambios tienen en la escuela.
"La misión de la escuela ya no es enseñar cosas. Eso lo hace mejor la TV o Internet" dice Francesco Tonucci (Frato). Ante el posible desfase entre escuela y época actual muchos proponen la mediación (para algunos, algo más que eso) de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Y si la frase de Frato puede generar polémica hay posiciones mucho más audaces.  En el libro The Interactive Whiteboard Revolution (La revolución de las pizarras interactivas), Cris Betcher y Mal Lee especulan con que si los sistemas educativos no se adaptan o no responden a los cambios culturales impulsados por la tecnología que están teniendo lugar en la sociedad, a partir del año 2014, pueden peligrosamente convertirse en irrelevantes. “Escuela que no adopte ese sentido de urgencia se enfrentará a una gran lucha por mantener su relevancia”.
Con seguridad todos esperamos que esa fecha no sea determinante.  No obstante, los escenarios descriptos por la OCDE definen claramente que 1 y 3 son senderos que desembocarán, antes o después, en el mismo punto: la caducidad del modelo escolar. Mirado de esta manera parece no haber muchas alternativas: transformarse o, en el mejor de los casos, perder absoluta relevancia social.
Se escucha que la Argentina está desaprovechando oportunidades. Éste pareciera ser uno de ellos. Hemos avanzado en un discurso y en algunas acciones tales como la incorporación de tecnologías en la escuela: pizarras interactivas (en Ciudad), computadoras para laboratorios y, en los últimos tiempos, netbooks.
De hecho, ni siquiera está demostrado que de por sí, la inclusión de TIC en la educación mejore el desempeño académico de los estudiantes. ¿Será porque no se ha logrado un cambio de paradigma pedagógico? o ¿Será porque las políticas han estado permeadas por una visión tecnologicista? Un poco de ambas… Un “cocktail” desafortunado… Iniciativas similares en toda América Latina han tenido casi siempre este enfoque: una concepción tecno-céntrica que interpreta que proporcionar el acceso a la tecnología, alcanza para producir cambios sociales y culturales. Se limitan a brindar conectividad, acceso y aleatoriamente capacitación y producción de contenidos. Este enfoque, fuertemente criticado, ha hecho desperdiciar grandes inversiones en hardware: mera creación de nuevos consumidores de TIC. Un objetivo insignificante para una política pública de Estado.
Las pruebas más evidentes del “avance a medias” son los recursos que se destinan a la formación y capacitación de docentes y a la producción de contenidos en la web. Para aquel que tenga ganas le propongo un desafío: miren los presupuestos educativos de las jurisdicciones que están implementando los denominados planes “1 a 1” y verificarán rápidamente las partidas, por cierto voluminosas, destinadas a la compra de hardware y software. Seguramente, les costará muchísimo más encontrar las partidas (por cierto exiguas) dedicadas a la capacitación de los docentes y a la producción o fomento de contenidos. Otra evidencia ¿Cuántas netbooks están destinadas a los alumnos de profesorados (los futuros docentes)? Cero, sí cero.
Hasta el día de hoy como dice Ethan Zuckerman en “One Laptop Per Child: Just what sort of content do you load onto these puppies?” se le ha dedicado 10 veces más esfuerzo al hardware que al software y 10 veces más esfuerzo al software que a las simulaciones de implementación y a la formación de los docentes.
Ahora (y no después) es el momento para trabajar sobre el sentido profundo de la Educación y, en ese marco, el impacto de estas tecnologías, teniendo en cuenta lo que decía Gavriel Salomon, hace ya diez años: ”It’s not just the tool, but the educational rationale that counts” ("No es sólo la herramienta,lo que cuenta es la razón educativa").


Puntos de vista: Isaac Asimov hablando sobre cómo imaginaba la educación en el futuro y al mismo tiempo lanzando unos cuantos dardos al sistema educativo. La entrevista fue realizada por Bill Moyers para su programa televisivo "El Mundo de las Ideas" en 1988. (¡Sí en 1988! Un año antes de crearse la World Wide Web).

Comentarios

  1. norberto labriola7 de marzo de 2011, 17:33

    bien, me ha parecido muy interesante la posicion de Asimov..pero convengamos que era Asimov y detras de sus pensamientos hay un sostén , que muy dificil se pueda repetir.Pero me pregunto, luego de analizar, Si los músicos saben su función,como
    el director le imprime su sello a una obra musical. Cuantos guias de
    la categoria de Isacc, serían capaces de sustentar esta tesis e ir conduciendo a un buen fin.Porque información hay mucha, pero como se
    pasa por el cedazo,para que sea realmente util.?

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  2. Querido Flavio, creo que el punto crucial del debate sobre la educación, acá y en el resto del país, no pasa por el uso de tic. Claro ejemplo de esto es el de la Ciudad de Buenos Aires: se invirtió muchísimo dinero en pizarras digitales con ningún o microscópico presupuesto para formación de los docentes en el uso de esta TIC. Asi quedaron las pizarras: como simpáticos proyectos de video o, en el mejor de los casos, grandes pantallas para navegar por internet o ver presentaciones en power-point. Y así seguimos con otros ejemplos... Ahora viene la promesa de las netbooks por chico, pero seguimos teniendo una capacitación profesional en tic nula, o en el mejor de los casos, pobrísima... Basta fijarse en el ejemplo de Chile o Uruguay para encontrar serias diferencias filosóficas al respecto.
    Y el nudo que debe discutirse es cuán significativa es la escuela para los alumnos. Cómo cambiamos la forma de enseñar para darles a los chicos la posibilidad de que construyan contenidos significantes para ellos, que formen parte de la cultura en la que viven, que se puedan construir como adolescentes, adultos y miembros de la sociedad, con valores acordes a ella... Las TIC pueden servir mucho, pero no como está planteado su uso actualmente. Abrazo!

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  3. Querido Miguel: justamente de eso se trata. No creas que en Chile o Uruguay es muy diferente. Aún partiendo de un nivel mayor de concientización sobre el tema he investigado bastante, y las críticas son muy similares a las que hacemos aquí vos y yo...
    Gracias por comentar... Brz

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  4. Flavio, no soy un experto en temas de educación, pero mi mayores precupaciones y hasta ocupaciones tienen que ver con dos de los actos más amorosos de los que somos capaces, enseñar y aprender. Hoy mismo hablaba acerca de un tema que está relacionado y que, en cierta medida, me obsesiona. Creo que la educación formal se ha desajustado tanto de los cambios en la sociedad y en las formas de la individuación que no puede cumplir el papel que se le asigna. No hay modo en que la interpretación institucional acompañe la complejidad y eso, en un marco donde se le pide a la educación que se constituya en una manera universal de resolverlo todo, puede convertirse en una trampa civilizatoria. Como en tantas dimensiones, sino en todas, hay que pensar en esnarios más creativos, más flexibles, menos "rigurosos" al mismo tiempo en el que no hay que perder de vista que la formación m´sa importante tiene, como hace siglos, que ver con los valores. Con la democracia, con la hospitalidad, con la lucha contra la crueldad que los poderosos infrengen a los débiles y sobre el arte y la cultura.

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  5. Gracias Gabriel. Un lujo que pocos se pueden dar: tenerte como lector... Gran abrazo

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  6. Flavio creo que el mayor impedimento que encuentra cualquier transformación educativa es la resistencia que los agentes educadores tenemos al cambio. Somos por tanto los primeros obstacularizadores ya que nunca concretamos en las escuelas y mucho menos en las aulas, las propuestas que nos sugieren. Inmedicatamente las criticamos y las cuestionamos sin aplicarlas, experimentarlas o probarlas. Nada cambia porque no permitimos que cambie ni nos damos permiso para cambiar. Es la profesía autocumplida: La propuesta de transformación no resulta. OBVIO que no resulta si no la implementamos. Estoy cansada de capacitarme como directora de secundaria y de escuchar en los cursos, durante las presentaciones de los lineamientos y propuestas, los comentarios de mis compañeros tales como " Esto es inviable", " Esto no funcionará", "Es imposible aplicarlo", " Mucha charla pero ellos no están en las escuelas" etc. Por un lado estas apreciaciones son el resultado de la desesperanza y el descrédito que algunas políticas educativas se han ganado, pero por el otro, es la negación rotunda del directivo y por ende de su equipo educativo, de implementar un cambio.No le damos una oportunidad a la nueva propuesta de que pueda tener ni la más mínima chance de
    éxito, porque la descartamos de movida. Creo que debemos cambiar nuestra mente, implementar los cambios propuestos, ser agentes de transformación y luego, en el proceso ser críticos con la política educativa transformadora y verificar cuantitativa y cualitativamente qué se rescata y qué debe rectificarse, desde las aulas mismas. Debemos subirnos al tren de los cambios y hacer el recorrido propuesto y no criticar desde el andén de la estación y con argumentos prestados. Mi nombre es Silvia Etulain y soy directora de una escuela secundaria superior de la Provincia de Buenos Aires.

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  7. Gracias Silvia por tu comentario.Espero poder seguir en contacto...

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